15 de febrero de 2013

Hallan en Pirámide del Sol de Teotihuacán una escultura y dos estelas (México Feb2013)


Hallan en la cúspide de la Pirámide del Sol de Teotihuacán, una escultura del dios del fuego y dos estelas, que informan sobre la datación y la función de la gran pirámide, revelando secretos hasta ahora desconocidos de la cultura prehispánica de México.
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han hallado en la cúspide de la Pirámide del Sol, a 66 m de altura, la escultura de Huehuetéotl, dios viejo o del fuego, además de dos estelas completas de piedra verde y el fragmento de otra, que debieron decorar hace 1.500 años el templo que existía en la parte más alta de la estructura piramidal, hoy derrumbado. Los arqueólogos Alejandro Sarabia, Saburo Sugiyama, y Nelly Zoé Núñez, desarrollan desde 2005 el Proyecto Pirámide del Sol, y explican que las piezas, que se encontraron en el interior de una fosa, destacan por su gran formato. La escultura de Huehuetéotl es de andesita gris, de 58 cm de altura y alrededor de 190 kilos, siendo la más grande representación de este dios hallada en Teotihuacán. Conserva, en un caso inédito, parte de la pigmentación original sobre los diseños geométricos en bajorrelieve e iconográficamente dista de otras representaciones de la deidad, que en la mitología azteca es una de las más antiguas a las que se rendía culto, un anciano dueño del tiempo, con grandes conocimientos y sabiduría obtenida al paso de los años, y que transmitía a sus adoradores.
Restos de pigmentación en la estatua
Las estelas de piedra verde son lisas y también de gran formato. Una de 2.56 m de alto y 955 kilos (siendo el monolito de piedra verde más grande de los 20 registrados en Teotihuacán) y la otra de 1.40 de alto y 300 kilos. Este espectacular hallazgo, aunado a los anteriores de un brasero y varios símbolos escultóricos de la ceremonia sagrada del Fuego Nuevo sobre la plataforma adosada, podría indicar definitivamente que la Pirámide del Sol fue escenario de cultos de carácter ígneo (dedicados al fuego) y de finales de ciclos calendáricos. El templo que existía en la cima de la pirámide, de cuyas ruinas fueron recuperadas estas piezas, fue destruido por los propios teotihuacanos entre los siglos V y VI de nuestra era, y se cree que la fosa, fue excavada posteriormente, aún en tiempos prehispánicos, para recuperar la ofrenda principal de la construcción, en un acto de desacralización, y repartir su contenido por otros edificios públicos. Con el paso del tiempo, las piezas que habían quedado in situ, cayeron dentro de la oquedad y allí permanecieron hasta diciembre pasado, que fueron halladas por el equipo del INAH.
Además, las excavaciones realizadas durante seis meses, de junio a diciembre del 2012, en el marco de las cuales se hallaron estas piezas, delatan que la Pirámide del Sol fue concebida desde el principio con la altura que hoy se puede apreciar, cercana a los 70 metros, y realizada en un solo momento entre los siglos I y II de nuestra era, aunque en el siglo III fue ampliada en anchura. Es llamativo que siendo una de las estructuras arqueológicas más visitadas del país, y después de casi un siglo de exploraciones, la Pirámide del Sol de Teotihuacán siga revelando secretos sobre la cultura prehispánica de México. Queda claro, con este tipo de hallazgos, que aún nos falta mucho por recorrer, descubrir, investigar y conocer.
El arqueólogo mexicano Alejandro Sarabia muestra la escultura a un programa televisivo

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