Una remota área localizada al oeste del
río Green, en el norte del Parque Nacional Canyonlands (Utah), el Horseshoe
Canyon es célebre por sus petroglifos y pictografías, especialmente los
representados en la Gran Galería, o “Holy Ghost Panel Great Gallery” (“Panel de
los Espíritus Sagrados de la Gran Galería”), una inmensa superficie rocosa de
61 metros de largo y 4.5 de alto, con unas 20 representaciones antropomorfas a
tamaño real, de etérea y extraña apariencia, la más alta de las cuales posee
2.1 metros de altura, objeto de las más variadas interpretaciones. Música
Great Gallery Panel |
Pero ¿quiénes son estos misteriosos
personajes? Durante decenios arqueólogos, investigadores de lo insólito y aficionados
han intentado interpretar estas extrañas figuras. Como suele suceder ante la
visión de algo desconocido y tan distinto a nuestra realidad circundante,
surgieron con el correr del tiempo interpretaciones de lo más variadas y
heterodoxas, sobre todo por parte de investigadores de fenómenos relacionados
con visitantes de otros planetas, que llegaron a sugerir, por las formas y
tamaños de las figuras, que podrían ser seres extraterrestres. Sin embargo, es
bien sabido que eran los chamanes quienes, en sus viajes místicos para
comunicarse con los espíritus, producían estas manifestaciones durante
ceremonias bajo los efectos de plantas alucinógenas, por lo tanto, eran
visiones reproducidas sobre los paneles, que no se correspondían con la
realidad que ven nuestros ojos en situaciones normales, sino formas producidas
por estados alterados de conciencia. Así es que actualmente, es consenso entre
los investigadores que se trata probablemente de los espíritus que los chamanes
veían durante sus ritos y ceremonias, y que obviamente, están íntimamente
relacionados con la muerte y el más allá, evidenciado por la constante
presencia de perros, que eran considerados guías hacia la vida más allá de la
muerte.
Horseshoe Gallery Panel |
Great Gallery Panel |
Reencuentro
con el pasado. Ya antes
de llegar al área a la que nos dirigimos, nos sobrecogen los impresionantes
paisajes salpicados de picos de piedra rojiza, riscos, y empinados cerros y
mesetas que conforman el Parque Nacional Canyonlands. En cuanto llegamos al
área de The Maze, el recorrido para ver el arte rupestre de Horseshoe Canyon es
además de un deleite para los ojos, un verdadero reencuentro con el pasado. El
tiempo se detiene, y simplemente no existe nada a nuestro alrededor que nos indique
que nos encontramos en pleno siglo XXI. Retrocedemos, casi sin percatarnos, a
miles de años atrás en el tiempo, cuando allí habitaban los pueblos que
plasmaron esas extrañas figuras en las rocas. Para llegar a presenciarlas, es
necesario descender una pared rocosa de varios metros, y luego caminar varios
kilómetros, por lo que es imprescindible gozar de buena forma, y por supuesto,
llevar una buena provisión de agua. Pero vale la pena, y además, en el camino
nos encontramos con otros elementos arqueológicos y paleontológicos, antes de
llegar a los cuatro grandes paneles rupestres. El Horseshoe Gallery Panel, el High
Gallery Panel, y el Alcove Gallery Panel, son los tres primeros, este último
muy erosionado, ya que presenta algunos grafitis de la época de los vaqueros y
buscadores de nuevos territorios de principios del siglo XX. El Great Gallery Panel
es el último del recorrido y el más espectacular. Llegamos algo cansados, pero
es un esfuerzo más que justificado. Ante nuestros ojos se abre un mundo onírico
impresionante, enigmático y fabuloso, que nos obliga a transportarnos a
aquellos tiempos de grandes ceremonias al calor del fuego y al ritmo de los
tambores, hace entre 5.000 y 9.000 años. El arte rupestre es un elemento del
pasado sumamente difícil de datar, y existen grandes controversias entre los
investigadores en torno a las cronologías de Horseshoe Canyon. Sin embargo, se
han encontrado pequeñas figurillas antropomorfas y zoomorfas representando
seres del mismo estilo que las pictografías, datadas en 4700 a.C., que han
permitido establecer una cronología relativa para la creación de los paneles
rupestres, de al menos esa antigüedad.
Alcove Gallery Panel |
Great Gallery Panel |
El
alma del chamán. Algunos
de los pictogramas parecen haber sido realizados como soplando el pigmento
sobre la superficie rocosa para conseguir ese efecto etéreo único.
Probablemente, los chamanes se introducían el pigmento en sus bocas, para luego
soplarlo y esparcirlo por la superficie. El pigmento lo conseguían mezclando
minerales de grano fino, especialmente hematita, con aceites animales o
vegetales, hechos con gran maestría para conseguir que después de miles de
años, nuestros ojos aún puedan maravillarse al observarlos como si el tiempo no
hubiera transcurrido para ellos. Muchas de las grandes figuras antropomorfas en
rojo, marrón y blanco, están rodeadas a la altura de su cabeza y tronco, de
pequeñas aves y perros con el rostro pintado de blanco, lo que los identifica
como espíritus. En todas las leyendas y tradiciones de los pueblos americanos,
se considera a los perros como guías hacia el más allá después de la muerte.
Otros personajes, tienen unas figuras antropomorfas más pequeñas pintadas en el
torso o en los hombros, y la mayoría de ellos, parecen momias, ya que están
representados sin sus brazos y piernas, y lo que es más extraño: sus cabezas
cuadrangulares y sus grandes ojos, les dan la apariencia como de un enorme
insecto, o tal vez… una calavera. Todos los elementos parecen hablar de lo
mismo: la muerte metafórica, el trance chamánico, el vuelo mágico y la
transformación. En otras palabras, al observar estos enormes cuadros
prehistóricos, podemos fácilmente reconocer que efectivamente, eran las
visiones místicas que el gran chamán plasmaba mientras su alma realizaba un
vuelo mágico hacia los reinos celestiales y el inframundo para comunicarse con
los espíritus de los antepasados.
High Gallery Panel |
Huellas
de gigantes. La
espectacularidad de los paisajes y los paneles rupestres nos distrae la atención
del suelo, donde también se encuentran algunos testigos de un pasado aún mucho
más remoto que los misteriosos dibujos en las rocas: unas grandes huellas
fosilizadas de dinosaurios que han subsistido desde hace millones de años. Hay
docenas, la mayoría de ellas, cerca de un tanque construido en los años ’40 para
proporcionar agua a los caballos, vacas y ovejas de los buscadores de minerales,
pero actualmente abandonado. No es fácil reconocerlas ya que están muy
erosionadas y se confunden en el suelo arenoso del sitio, pero algunas de ellas
han sido rodeadas con círculos de guijarros para su protección y una más fácil
detección por parte de los visitantes. Supone sin duda un añadido al tesoro
artístico sobre las rojizas superficies rocosas, dándole un toque de “parque
jurásico” fascinante, que además se suma a los paisajes circundantes, de una
belleza apabullante, donde la naturaleza se impone con fuerza sobre el hombre
que no puede hacer otra cosa más que rendirse ante su poderío.
Horseshoe Canyonlands |
Huella de dinosaurio |
El
arte de los Arcaicos. Una
pregunta que surge al observar los paneles es: ¿quiénes realizaron tan hermosas
obras de arte hace tantos miles de años? Desde hace siglos se sabe de la
existencia de los últimos habitantes originarios del lugar, los conocidos
Anasazi. Pero ellos lo ocuparon mucho más recientemente que los creadores de
los paneles rupestres. En realidad, fue recién a partir de los años ’40 que los
arqueólogos comenzaron a realizar excavaciones para descubrir evidencias de los
primeros pobladores del área, aquellos que desde hace quizá 12.000 años, iban
detrás de los grandes mamíferos pleistocénicos, como mastodontes y mamuts, a
los que daban caza con las célebres puntas de flecha Clovis y Folsom. Sin
embargo, poco se sabía sobre qué había pasado después de estos grandes
cazadores de magafauna, y antes de la llegada de los Anasazi. Un largo período
de tiempo en que los hombres realizaron los enigmáticos pictogramas de
Horseshoe Canyon, que hoy en día, después de concienzudos estudios, son
atribuidos a la cultura Desierto Arcaico, o Gente Arcaica, un grupo de nómadas
cazadores-recolectores que precedieron a los Anasazi. Estos hombres de la
cultura Arcaica no construyeron habitaciones permanentes, pero modificaron el
paisaje de forma exquisita en los paneles de las rocas donde habitaban
temporalmente y donde realizaban sus ritos y ceremonias. Tal vez debido a la
fragilidad del ambiente, a todas las dificultades contra las que tuvieron que
luchar por causa de las variaciones atmosféricas y los cambios climáticos, los
arcaicos se interiorizaron hacia actividades de carácter religioso para,
mágicamente, gracias a los poderes sobrenaturales de los chamanes, incrementar
la presencia de animales y plantas que estaba en franca decadencia. La
presencia de figurillas zoomorfas en estos contextos, indica una indudable
función mágico-religiosa de las mismas, que usaban aquellos hombres para atraer
a los grandes animales que representaban, y que estaban desapareciendo del
castigado entorno. Sus descendientes, los Anasazi, fueron los últimos en
habitar el área, abandonándola por el 1300 d.C., y desapareciendo
misteriosamente, algo con lo que los supervivientes originarios de esas zonas,
no están tan de acuerdo.
Falso Kiva |
Anasazi:
misterio de una desaparición. No
sabemos cómo los Anasazi se designaban a sí mismos. La palabra “anasazi”
significa “antiguos enemigos” en la lengua de los actuales Navajo, que fueron
quienes les designaron con ese nombre. Sin embargo los Hopi no utilizan este
vocablo, que consideran despectivo, sino Hisatsinom. Como fuera que se
llamaran, los actualmente conocidos como Anasazi, y otros pueblos vecinos
descendientes de los creadores de los paneles de Horseshoe Canyon, se
enfrentaron a múltiples crisis entre los siglos XII y XV d.C. y fueron diversos
los factores que parecen indicar las causas, aunque por el momento no exista un
consenso al respecto. El frágil y cambiante entorno, que les obligó a practicar
variadas técnicas agrícolas y abandono frecuente de las tierras que ocupaban,
con gran variabilidad entre temporadas buenas y malas, parece uno de los
factores más evidentes. Tal vez ejercieron una presión desmesurada sobre el
ambiente, en su afán por sobrevivir a las hostilidades. Los Anasazi, que
desconocían la escritura, la rueda o la metalurgia, construyeron sin embargo
miles de casas en abruptos e inaccesibles acantilados, para las que tuvieron
que acarrear toneladas de bloques de gres y vigas, lo que constituye aún hoy un
misterio. Pero a pesar de su innegable astucia, desaparecieron en algún momento
entre el 1150 y 1300 d.C., idea con la que muchos de sus descendientes, los
indios Pueblo, entre ellos los Zuñi y los Hopi, no están en absoluto de
acuerdo. Aun asumiendo la desaparición de los Anasazi, su cultura rica en
leyendas y tradiciones, sobrevive en las costumbres de los Hopi y demás
habitantes de estas tierras, aunque no esté totalmente claro para la ciencia,
si la continuidad es sólo geográfica y cultural, o también étnica.
Cartel del Canyonlands National Park |
Regreso
al atardecer. Cansados
con la larga caminata y algo sedientos, emprendemos el camino de regreso.
Girando sobre mis talones y regalando a mis ojos una fugaz visión del Great
Gallery Panel unos segundos más, recuerdo que en el Museo de Arte Moderno de
Nueva York y el Museo de Historia Natural de Denver, se pueden apreciar reproducciones
del mismo: un recorrido sin duda más cómodo. Pero luego oteo a mi alrededor, por
última vez el impresionante paisaje árido pero rico en bellezas únicas, y me
doy cuenta que nada se compara a la maravilla de estar allí mismo, en medio de
la nada y el todo. Incluso pienso en permanecer bajo el cielo estrellado, para
al día siguiente volver a ver todo otra vez, pero lamentablemente no se permite
pernoctar en el parque. El sol fue cayendo. No deseábamos volver a la ciudad. Recuerdo
con estupor una frase de “Ángeles y demonios” de Dan Brown referente a los
indios Hopi: “...vio
ciclomotores, autobuses turísticos y ejércitos de coches en miniatura que se
movían en todas direcciones. ‘Koyaanis-qatsi’, pensó, al recordar la palabra
que utilizaban los indios Hopi para designar la “vida desequilibrada”...”. Me despido del lugar con la sensación de
que las almas de sus antiguos pobladores continúan vagando por los abrigos
rocosos que hace miles de años les albergaron, viajando en el tiempo a su libre
albedrío tal como lo hicieron cuando, bajo los efectos de plantas que alteraban
sus conciencias, se comunicaban con los espíritus de sus ancestros para
intentar comprender su lugar en el cosmos.
Huella de dinosaurio |
Guardianes
de la tierra. Ser un Hopi es esforzarse en un estado de total
reverencia y respeto por todas las cosas, estar en paz con éstas, y vivir de
acuerdo a las instrucciones de Maasaw, el creador o cuidador de la tierra. No
basta con que el hombre sea feliz en su carne, sino que debe ser feliz en su
espíritu. Porque sin felicidad y fuerza espiritual la vida es engañosa. Pero vida espiritual no es apartarse una hora
de un día para estar en adoración, sino buscar las cosas del espíritu cada hora
de cada día. No basta con buscar las cosas del espíritu a un nivel
personal. Es egoísta hacerlo así, y quienes buscan lo espiritual sólo para sí
mismos no están buscando cambiar al espíritu que se mueve a través de los corazones
de los hombres. Están escapando, eludiendo su responsabilidad, y usando su
conocimiento para su propia glorificación. Un hombre espiritual debe trabajar
por un principio, por una causa, por una búsqueda mucho mayor que la glorificación
de sí mismo, para cambiar el espíritu que dirige a los hombres hacia su
destrucción. Intentar vivir una vida espiritual en la sociedad moderna es un
camino de dolor, aislamiento y pruebas de fe. La verdadera búsqueda en la vida,
es vivir la Sabiduría de la Tierra, dentro de los confines del hombre. No hay
iglesia ni templo que necesitemos para encontrar la paz, porque nuestros
templos están en la naturaleza. No hay líderes espirituales, porque nuestros
corazones y el Creador, son nuestros únicos líderes.
Roca de las Profecías Hopi |
Las profecías Hopi. Para los Hopi la Tierra está muriendo y la destrucción
del hombre está cerca; tan cerca, que todos debemos trabajar para cambiar el
camino de destrucción. La extraordinaria profecía Hopi, descubierta en un
manuscrito a mediados del siglo XX, y publicada algo más tarde, cuenta cómo
Pluma Blanca, del clan del Oso, relata el fin del Cuarto Mundo (que vivimos
actualmente) y la espera de la llegada de Pahana, el verdadero Hermano Blanco (que
no es el actual), quien traerá consigo los símbolos y la pieza faltante de la
sagrada tabla que custodian los sabios Hopi. Los signos que vaticinaban el fin,
se han ido presentando uno a uno: la llegada del hombre blanco parecido al
Pahana, de la rueda de madera, de un animal parecido al búfalo (las vacas), de
serpientes de acero que surcarán la tierra (vías del ferrocarril), de una
gigantesca telaraña que atravesará el cielo (tendido eléctricos y telefónicos),
y la invasión de ríos de piedra (autopistas y carreteras). Los últimos tres
signos, se espera que lleguen muy pronto: el mar se volverá negro y mucha gente
sucumbirá (¿invasión del petróleo?), muchos jóvenes se unirán a los Hopi para
aprender su sabiduría (aunque en los años ’60 y ’70 ya ocurrió, puede que haya
un fenómeno de mayor envergadura en un futuro cercano), y una morada del cielo
(como una gran estrella azul) caerá con todas sus fuerzas sobre la tierra (¿una
estación espacial?). Después del gran cataclismo, Pahana regresará trayendo
consigo el amanecer del Quinto Mundo. Muchas de estas advertencias, están
simbolizadas en un gran panel rocoso de Arizona, la Roca de las Profecías Hopi.
Butch
Cassidy. Después del
abandono de la región de Horseshoe Canyon por los Anasazi, varios siglos pasaron
sin que se supiera nada del mismo, hasta que a finales del siglo XIX hizo
historia como un notorio escondite, cuando el famoso Butch Cassidy utilizó su
intrincada y confusa red de cañones como refugio, sobre todo en las cercanías
de Robbers Roost, al suroeste, cuando huía de la ley. Más tarde, rancheros y
buscadores de minerales y nuevos territorios invadieron el remoto lugar
construyendo tanques de agua para sus vacas, ovejas y caballos, y ya a mediados
del siglo XX, fue añadido al Parque Nacional Canyonlands (1971) para preservar su
historia y sus legendarias expresiones rupestres.
Visitar
Horseshoe Canyon. Al
norte del Parque Nacional Canyonlands (Utah), la excursión a Horseshoe Canyon,
donde están los petroglifos y pictogramas, es de un día ya que no está
permitida la acampada libre dentro del parque (hay dos campamentos pero están
lejos de esta zona), aunque sí es posible realizar un picnic en determinadas
áreas con baños. Se puede realizar el recorrido a caballo, en grupos de hasta
10 personas y caballos, con un permiso de la Estación de Guardaparques Hans Flat.
Cómo llegar: en coche desde Hanksville por la
Ruta Estatal 24, para luego recorrer 48 km por un camino de grava, o
desde el Green River, unos 76 km de camino de grava. En época lluviosa es
posible encontrar algún camino intransitable por la acumulación de agua, por lo
que se recomienda el otoño y la primavera, y el uso de un vehículo todoterreno.
La ruta está bien señalizada. Horarios
y precios: desde octubre hasta abril es posible realizar visitas guiadas durante
las mañanas de fin de semana, y los precios varían dependiendo del tipo de
servicio. Más información: Estación
del Guardaparques Hans Flat: 435-259-2652
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