Retrato de un campesino (1905-1906) |
Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid). 4 Feb-18 May 2014.
El museo dedica su primera exposición del 2014 a una figura fundamental en la
pintura de la segunda mitad del siglo XIX, Paul Cézanne (1839-1906),
considerado el padre del arte moderno. Esta primera monográfica sobre el
artista organizada en España en los últimos 30 años explorará la relación entre
dos géneros que el pintor frecuentó con la misma pasión: los paisajes y las
naturalezas muertas. Al igual
que los impresionistas, Cézanne pinta sus paisajes al aire libre, sin embargo
sus obras carecen de estaciones y horas del día, y los motivos de la naturaleza
están colocados en una suerte de puesta en escena. De manera inversa, el pintor francés
incorpora en sus bodegones los cambios y tensiones propios de la naturaleza, y
los objetos que tradicionalmente transmiten estabilidad se apoyan los unos en
los otros en un equilibrio precario. Cézanne fue casi toda su vida un pintor incomprendido, incluso fracasado,
como lo había sido Claude Lantier, el protagonista de la novela de Émile Zola,
L’Oeuvre, en quien Cézanne se reconoció, lo que provocó la ruptura con su
amigo de la infancia. Sólo en
los años finales de su vida volvió a exponer en la galería de Ambroise Vollard
en 1895, en la que sería su primera muestra individual. A partir de ese momento
su obra pudo ser vista en otras exposiciones y comenzó a ser valorada y a
influir en los jóvenes fauvistas y en los futuros cubistas. Su exposición
póstuma, celebrada en París en 1907, fue toda una revelación y desencadenó el
comienzo del cubismo. Cézanne
pasó los años finales de su vida retirado en su Provenza natal, pintando al
aire libre los paisajes y los campesinos de los alrededores de Aix-en-Provence
, así como numerosas naturalezas muertas en la soledad de su nuevo estudio
situado en lo alto de los Lauves. Hacía mucho tiempo que la pintura había
dejado de ser para él una mera representación del mundo para convertirse en un
proceso analítico de investigación de las estructuras constitutivas de la
realidad, y para ello nada era más adecuado que la naturaleza muerta. Museo Thyssen-Bornemisza
Botella, garrafa, jarro y limones (1902-1906) |
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