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Torre Magdala |
Introducción. Fabulosos tesoros, antiguos manuscritos, dinastías
reales, linajes sagrados… Los enigmas en torno a la pequeña villa de
Rennes-le-Château han excitado la imaginación y las especulaciones de
innumerables investigadores, cazadores de tesoros, novelistas o simplemente
aficionados a los misterios desde que, a finales del siglo XIX, el humilde abad
de esta localidad del Languedoc francés, Bérenger Saunière, se hiciera
inmensamente rico en extrañas circunstancias. Desde entonces han sido
publicados multitud de trabajos que pretenden dar respuesta a una simple
incógnita: ¿Qué encontró Saunière en el interior de su iglesia, dedicada a
Santa María Magdalena? El texto que adjunto a mis fotografías del paseo por el
lugar el domingo 22 de junio de 2014 no es mío, sino que se basa en el libro
que me sirvió de documentación previa, “El
caballo del diablo. Jaque mate a los pergaminos de Rennes-le-Château”, de Alex Loro y Xavi Bonet, oportuno obsequio de los autores justo un mes antes de
mi paseo… causalidades de la vida. En cuanto al paseo a la villa, decir que fue
un día inolvidable para mí, ya que no sólo era la primera vez que la visitaba,
sino que además lo hice en muy buena compañía, de dos buenos amigos como son Carlos Mesa (guía de la excursión y de
quien recibí la invitación para acompañar al grupo ese día) y Victoria Bronskaya. Un grupo
sensacional y atento a las interesantes explicaciones de Carlos, que sumadas a
todo lo que ya había leído en el libro de Alex y Xavi, me otorgaron una visión
objetiva, una idea bastante aproximada y fidedigna sobre los misterios que
rodean Rennes-le-Château. Adjunto al final de este artículo, algunas de las
explicaciones recibidas de Carlos Mesa,
que detalla él mejor en un monográfico sobre RLC cuyo enlace aporto al final
del texto. Fotos: Alex Guerra
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Panorámica de la Torre Magdala |
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Caverna de los alrededores |
Un poco de historia. Rennes-le-Château, en realidad Rènnas le Castèlh en idioma occitano, estuvo
habitado desde hace más de 6.000 años, y en ella se han encontrado vestigios de
época prehistórica y romana (Villa Béthania). Existen algunas cuevas en los alrededores que parecen haber sido modificadas, y tal vez habitadas, por el hombre, pero no existen informes ni artículos de excavaciones que se hayan realizado en las mismas. El camino de Santiago pasaba
asimismo por la pequeña villa. Sin embargo, el pueblo actual fue fundado por
los godos, convirtiéndolo en una plaza fuerte debido a su situación
estratégica, desde la que se podía vigilar los Pirineos y el Languedoc.
Posteriormente, fue invadido por los árabes, y aquí se daban cita grandes
intelectuales de esta cultura, como importantes médicos judíos y otros
profesionales, constituyendo un punto de confluencia de culturas. A partir del
siglo XII, Alfonso II de Aragón reivindica el territorio, que poco después se
convertiría en zona de refugios para cátaros hasta 1210, en que Simón de
Montfort tomó el lugar y lo entregó a su compañero de cruzada Pierre de
Voisins. En 1362 el pueblo es casi completamente destruido por Enrique de
Trastámera, y no será nuevamente reconstruido hasta finales del siglo XIX.
Actualmente, el pueblo consiste en una calle principal con numerosas librerías
dedicadas mayormente a temas esotéricos, una iglesia parroquial dedicada a
María Magdalena con un apila bautismal sostenida por una figura que representa
al demonio Asmodeo, con diversos detalles que relacionan el conjunto con
masones y rosacruces, un cementerio adosado a la iglesia, la Torre Magdala construida
por Bérengere Saunière, y la Villa Béthania donde vivió y murió el polémico
párroco.
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Rennes-le-Château en lo alto de una loma, vista desde la zona donde se hallan las cuevas |
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Entrada de la Iglesia de Rennes-le-Château |
El enigma de Rennes-le-Château. El cuerpo principal de la
leyenda sobre los hallazgos de Bérenger Saunière (1852-1917) fue establecido
fundamentalmente alrededor de lo expuesto en dos obras singulares, “El Oro de Rennes”, de Gérard de Sède,
publicado en 1967, y “El Enigma Sagrado”,
de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, aparecido en 1982. En
síntesis, esta “versión oficial” vincula los mensajes de los pergaminos una vez
descifrados con la posibilidad de que Saunière hubiese hallado el sepulcro y
tesoros de un importante personaje histórico, Dagoberto II, último rey de la
dinastía de los reyes francos merovingios fallecido en el año 679, o tal vez de
su supuesto hijo, Sigeberto IV, quien se refugiaría en RLC en el año 681.
Además, los tres autores ingleses iban aún más allá y, aprovechando algunas
antiguas tradiciones provenzales que sugieren la llegada de María Magdalena a
las costas de las Galias poco después de la crucifixión, afirmaban que esta
estirpe se habría entroncado en origen con los descendientes de Jesús y María
Magdalena, dando lugar a un linaje sagrado y a una serie de teorías sobre el
Grial y determinadas sociedades secretas que Dan Brown desarrolló en forma de
novela en el año 2003, con la publicación de su famoso best-seller “El Código Da Vinci”.
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Interior de la pequeña iglesia. Al centro, Carlos Mesa ofreciéndonos sus explicaciones sobre los misterios de Rennes-le-Château |
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Con el famoso custodio de la iglesia, Asmodeo |
Los manuscritos de Antoine Bigou. Según el mito, un
antecesor de Saunière en el cargo de abad de Rennes, Antoine Bigou, fue el
creador de unos famosos manuscritos (en los que se basa el estudio de Alex y
Xavi) a finales del siglo XVIII. Bigou fue el confesor de la última señora de
la nobleza feudal de RLC, Marie de Nègre d’Ables, Dama d’Hautpoul de
Blanchefort. En su lecho de muerte y ante la vicisitud de fallecer sin
descendencia, esta señora comunicó al párroco un antiguo secreto guardado por
su familia, con el encargo de transmitirlo en el futuro a alguien digno de ser
su depositario. Tras la muerte de la Dama Marie, Bigou codificó este secreto en
unos pergaminos que más tarde ocultaría, dejando las claves para su descifrado
escritas en el epitafio de la lápida de la Marquesa, así como en determinados
elementos del interior de la iglesia. Así, un siglo después sendos manuscritos
serían encontrados por Saunière y, tras un viaje a París con el objetivo de
buscar el apoyo de un eminente criptógrafo, Émile Hoffet, descifrados. Es de
este punto del que parte la investigación de los manuscritos de Alex y Xavi, en
la que no me extenderé aquí, sino que sólo expondré las conclusiones, texto
escrito también por ellos.
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Entrada al Presbiterio de la Torre Magdala, actual Museo |
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Entrada al Presbiterio |
Sólo mencionar que los
manuscritos hallados, no seguían la regla más básica de la criptografía, que
consiste en que un mensaje encriptado es creado por un emisor, quien conoce el
algoritmo de cifrado y la clave, para ser transmitido a un receptor, quien
también es poseedor de estos parámetros que le permiten descifrar el mensaje,
con el objetivo de que éste no pueda ser comprendido en caso de ser
interceptado. Pero según nos muestra la
leyenda de RLC, éstos fueron creados para que alguien “digno”, un futuro
interceptor, fuera capaz de desvelarlos simplemente siguiendo los indicios dejados
por Bigou en el enclave, pero además, uno de los pergaminos presenta una gran
complicación, ya que se aplican hasta siete métodos de cifrado diferentes y, si
bien en ocasiones se encontraron algunos indicios, estos no son en absoluto
evidentes. La conclusión a la que llegaron los autores del libro, es que
resulta casi imposible descifrar este manuscrito sin el conocimiento del
proceso, sin la explicación de los pasos que conducen a su solución final. El
proceso ya había sido desvelado por Gérard de Sède en el libro “Signos
Rosacruces”, de 1979, pero los autores de “El caballo” observaron que la
secuencia final descodificada contenía varios errores que no coincidían con la
solución aportada por De Sède en 1979.
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Prendas de vestir que pertenecieron al Abad Saunière, en el interior del Museo |
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Invernadero |
Conclusiones. Después de un larguísimo proceso de investigación
que llevó once años, la conclusión final de los autores de “El caballo del
diablo” es clara: los pergaminos objeto de estudio son falsos, la misma
vinculación entre ellos y la iglesia lo demuestra. Estos textos no pudieron ser
escritos por el abad Bigou a finales del siglo XVIII, puesto que la iglesia tal
y como la conocemos hoy en día es el resultado de las restauraciones llevadas a
cabo por Saunière un siglo más tarde, y cualquier estudio, investigación o
hipótesis que se base en ellos para establecer sus conclusiones resulta
también, como consecuencia, totalmente falsa. Quedan sin embargo muchos enigmas
por esclarecer en torno a la figura de Bérenger Saunière y el enclave de
Rennes-le-Château, ya que actualmente continuamos sin conocer cuáles fueron
realmente los hallazgos del párroco, aquellos que le hicieron rico en un corto
espacio de tiempo, aunque diferentes investigaciones también han señalado que
esta riqueza podría deberse simplemente a determinadas actividades ilícitas por
las cuales Saunière fue juzgado y condenado al final de su vida, aunque mi
opinión personal es que el “tráfico” de misas, que fue de lo que se le acusó,
no puede haberle cambiado la situación económicamente de forma tan rápida y
radical.
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El famoso cartel que indica la prohibición de realizar excavaciones en el pueblo, colocado a un lado de la casa más cercana a la entrada |
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Carlos en la capilla donde el abad daba misas en los períodos en los que la Iglesia se lo prohibía |
Carlos Mesa. La tumba de María Magdalena. Carlos tiene algunas
ideas sobre RLC que no son compartidas por todos los estudiosos de RLC, y que
explicaré a grandes rasgos aquí. Uno de sus focos de mayor interés es la
supuesta tumba de María Magdalena, hallada en una cueva en Pontills, entre las
poblaciones francesas de Serres y Arques. Se tiene conocimiento de la misma
desde que Jean Pellet la mostró al escritor Gérard de Séde, dándose ambos
cuenta que se parecía muchísimo a la que se contempla en el cuadro “Los
pastores en la Arcadia” de Nicolás Poussin. Luego la tumba se daría a conocer
en el libro “El enigma sagrado” de Lincoln, Baigent y Leight, como la tumba de
María Magdalena, relacionando a Poussin con el Priorato de Sión. Pero lo cierto
es que para la mayoría de investigadores la tumba es de manufactura moderna,
propiedad de la familia Galibert desde 1880 hasta 1921, que los terrenos fueron
adquiridos por Emily Rivarès (que fallece un año más tarde) y su hijo, quien
fallece en 1954. En 1988 el propietario del terreno dinamita el sarcófago
identificado como el de María Magdalena, para ahorrarse las molestias que le
ocasionan constantemente los curiosos que allí se acercaban. Dentro de la
tumba, actualmente pueden apreciarse los restos de dos féretros de madera, con
unas características singulares, pro ejemplo, un asa con simbolismo masónico.
Además, según el diccionario topográfico de la región (1912), el terreno fue
cementerio desde 1594, y según el manuscrito de Delmas, estas estructuras
funerarias son romanas. Si a ello le agregamos que las leyendas provenzales
hablan de la llegada de María Magdalena a estas tierras, la polémica, está
servida. De todo ello nos habló Carlos, además de mostrarnos el lugar, que
pudimos observar y fotografiar, a pesar de ser perseguidos por el vecino (y su
perro) del lugar.
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Uno de los ambientes de la casa del abad, en el edificio donde se encuentra la capilla donde profesaba misas durante prohibiciones |
Apreciaciones personales. En España tenemos
cinco investigadores minuciosos del enigma de este lugar que tiene, para mí,
más de entrañable pueblecito, que de misterioso enclave. Pero es igual, nunca
perderá ese halo de misterio que le rodea y que atrae a tantos miles de
turistas cada año, y ahora me alegra muchísimo haberlo conocido, y disfrutado
además de tan buena guía y compañía. No obstante, a pesar de las jugosas
divisas que entran el en pueblo gracias al turismo, según mi opinión personal
lo tienen en bastante estado de abandono… lo que me hace pensar, ¿será que,
como su antecesor el abad Saunière, ellos también esconden su tesoro en algún
lugar del pueblo? Llegados a este punto, agradecer por supuesto a Carlos Mesa por su generosa invitación a
acompañar al grupo en su ruta “El linaje
prohibido”, este hermoso domingo 22 de junio de 2014 (sí, además celebramos
el solsticio de verano y como no, comimos coca de Sant Joan), y sus detalladas
explicaciones que también transcribo en esta pequeña crónica. Para finalizar deseo expresar mi agradecimiento a
Xavi Bonet y Alex Loro, quienes comparten aficiones como los viajes, la
historia, la arqueología, la egiptología, la filosofía y las humanidades, tal
como yo, y que son los autores de una intensa investigación sobre RLC basada en
el estudio de los manuscritos de Bigou, así como de la casi totalidad del texto
de esta pequeña crónica de mi viaje relámpago al sitio. Por último mencionar
otros dos ensayos sobre el misterio de RLC de dos amigos: Óscar Fábrega (“Prohibido excavar en este pueblo”) y Enrich Sabarich (“El secreto de
Rennes-le-Château”), que no he leído, motivo por el cual no aporto información
sobre los mismos, aunque me consta que son trabajos interesantísimos, que
recomiendo, y que podéis conocer a través de este monográfico sobre el trabajo
de cinco investigadores españoles sobre RLCh.
No te enfades conmigo si te cuento mi experiencia; cierto día me dijo uno que podría ser fácilmente Jesuita si le plantaba cara al Mesonero, que era como una especie de animal Vikingo para ser Mesoneros, porque el que me lo dijo me advirtió que son gente muy refinada y educada por tener mucho dinero en su banco. Cuando le grite al Mesonero, traidor de la mesa de Jesús, me soltó la hostia bíblica en todo el cráneo antes de terminar la frase que de arquitecto tenía lo que mi perro de fontanero. La lección la tengo muy aprendida, no quiero ser Jesuita ni Mesonero.
ResponderEliminarNo me enfado, jeje, pero no entiendo tu comentario ;)
EliminarNo te enfades conmigo si te cuento mi experiencia; cierto día me dijo uno que podría ser fácilmente Jesuita si le plantaba cara al Mesonero, que era como una especie de animal Vikingo para ser Mesoneros, porque el que me lo dijo me advirtió que son gente muy refinada y educada por tener mucho dinero en su banco. Cuando le grite al Mesonero, traidor de la mesa de Jesús, me soltó la hostia bíblica en todo el cráneo antes de terminar la frase que de arquitecto tenía lo que mi perro de fontanero. La lección la tengo muy aprendida, no quiero ser Jesuita ni Mesonero.
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