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Bamiyán en la actualidad, con el hueco dejado por el Buda más grande |
Kabul: 5.000 años de historia. Agreste y bella a la vez, la República Islámica de Afganistán (Dowlat-e Eslami-ye Afghanestan, o “Tierra de los Afganos”),
consiste en un coloso de montañas y desiertos en la parte más occidental de los
Himalayas: el Hindu Kush (“matador de hindús”), barrera recortada de 960 km de
longitud y cumbres que exceden todas ellas los 6.000 metros. Hoy inhóspito y
desolado, acogió sin embargo una de las más ricas encrucijadas culturales de la
Historia de la Humanidad en la que hoy se hablan más de setenta dialectos,
además de los dos idiomas oficiales: el pashtu y el dari. A principios
del siglo XVIII, a su capital, Kabul
(antigua Ortospana), se la consideraba una de las ciudades más cultas y hermosas del mundo, pero
a partir de entonces sufrió severas destrucciones por sucesivas guerras,
movimientos políticos e invasiones extranjeras que la devastaron. La ciudad de
Kabul se encuentra a unos 1.800 m.s.n.m., lo que la convierte en
una de las capitales más altas del mundo. Se encuentra estratégicamente situada
en un valle rodeado por altas montañas y siempre fue una encrucijada de rutas
comerciales desde el norte hasta el sur. No sólo es atractiva por su
impresionante arquitectura, sino también, y sobre todo, por las tradiciones y
costumbres, vivas aún en sus habitantes. Un paseo por la ciudad es como viajar
en el tiempo y trasladarnos a más de cinco mil años de historia. Fue una vez
centro del zoroastrismo y también hogar de budistas e hindúes. Es, en definitiva, una
bella área cosmopolita, que guarda una rica colección de piezas de estas diversas
culturas en su Museo Nacional de Kabul y en los múltiples palacios de sus
alrededores como el Palacio Darul Aman, construido en el año 1920 por petición
del Rey Amanullah (reconstruido en varias ocasiones) y el palacio de verano de
Amir Abdur Rahman, el Bagh-e Bala, que data del siglo XIX y se halla muy bien
conservado. Texto: Alex Guerra Terra. Utancindan Yikilan Buda - Buddah Collapsed Out of Shame (Película, 2007)
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Bamiyán en la actualidad, con el hueco dejado por los Buda |
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Babur, fundador del Imperio Mogol de la India |
Árabes, hindúes, mogoles, persas, británicos, soviéticos,
americanos… El siglo VII vivió en Kabul un intento de conquista árabe, pero en esta
ocasión fueron derrotados por el shahi hindú de Kabul. Sin embargo hacia el
siglo XI, el área sería conquistada por Mahmud de Gazni, cuando el shahi hindú
Jay Pala decidiera suicidarse. Fue una época bastante oscura para la zona,
hasta que Babur, fundador del Imperio
Mogol de la India, lo hizo su capital en 1504. Kabul permaneció bajo el Imperio Mogol hasta su captura en 1738 por Nader Shah de Persia seguida por
Ahmed Shah Abdali. Fue sucedido por Qandahār como capital de Afganistán en
1776. Durante las Guerras Afganas en 1839, el ejército británico se hizo cargo
de Kabul y durante su retirada en 1842, las tropas fueron emboscadas y por poco
aniquiladas, pero en 1879 los británicos
volvieron a ocupar la ciudad. En 1979 las fuerzas armadas soviéticas
aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de Kabul en ayuda al gobierno
comunista y Kabul se convirtió en el centro de comando soviético por
aproximadamente 10 años. En febrero de 1989, las fuerzas soviéticas se
retiraron de la ciudad después que fueron derrotados por los muyahides afganos,
que toman la ciudad en la primavera de 1992 durante el colapso del gobierno de
Mohammad Najibullah. En 1996, los talibanes se hicieron cargo de la ciudad y
comenzó una nueva y estricta ley Islámica
Sharia en
la que se incluye escuelas islámicas, gobierno, vestimenta, alimentación, y
reclutamiento en Al Qaeda, impactando diariamente la vida del pueblo afgano. En
2001 son las fuerzas militares estadounidenses que controlan la ciudad de Kabul,
y las fuerzas talibanas huyen desde entonces. Kabul está bajo un nuevo régimen,
y lentamente ha comenzado con la reconstrucción de nuevos edificios, escuelas,
y universidades. Es la víctima de los talibanes, el supuesto escondite del
fallecido Osama Bin Laden, el punto de mira de los ataques a las torres
gemelas. Por lo sucesivos ataques, la ciudad ha quedado en un estado
lamentable. En la actualidad se encuentra en proceso de reconstrucción gracias
a la ayuda internacional.
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Bamiyán: un paisaje de gran e inconmensurable belleza a pesar de la extrema aridez |
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El Buda masculino o Salsal, antes de ser destruido en 2001 |
La Ruta de la Seda: Bamiyán. A las afueras de la
ciudad de Kabul, a aproximadamente 230 kilómetros de la misma (media hora de
avión, ya que por tierra es impensable la travesía, por peligrosa), el valle de Bamiyán está ubicado en la región de
Hazarajat, entre las montañas de Hindu Kush, a 2.500 m.s.n.m., en la antigua
Ruta de la Seda, una ruta de caravanas que unía China e India, permitiendo
enlazar los mercados chinos con los del mundo occidental. Fue el lugar donde se
emplazaron varios monasterios budistas, y un gran centro para la religión, la
filosofía, y el arte llamado greco-budista. Los monjes de los monasterios
vivían como ermitaños en pequeñas cuevas talladas a los lados de los
acantilados de Bamiyán, y muchos de ellos embellecieron sus paredes rocosas con
estatuas religiosas de diferentes tamaños y con frescos tan brillantemente
coloreados como los de los monasterios.
El peregrino budista chino Hsüan-tsang
(Xuanzang) pasó a través del área alrededor del 630 d.C., y la describió como
un próspero centro budista “con más de diez monasterios y más de un millar de
monjes”, anotando que los Budas estaban “decorados con oro y finas joyas”.
Las dos estatuas más notables fueron los Budas
gigantes de a pie, que medían 55 (Vairocana, conocida por los lugareños
como Salsal o Buda masculino, con 12 metros de fondo) y
37 metros (la “pequeña” Sakyamuni, conocida por los lugareños como Shahmama o
Buda femenino, con 2 metros de fondo). Considerados monumentos históricos
durante muchos años, fueron reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la
Humanidad en el año 2003, denominándolo “Paisaje cultural y vestigios
arqueológicos del Valle de Bamiyán”.
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El hueco dejado por el Buda masculino o salsal, después de su destrucción en 2001 |
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Buda femenino o Shahmama, antes de su destrucción |
Los Budas de Bamiyán. Máxima expresión del arte
Gandhara de Asia Central (nacido en Afganistán y el norte de la India, actual
Pakistán), se encontraban en este valle dos enormes estatuas de Buda, en su día
coloreadas de azul, blanco y rojo, pintadas y repintadas en varias ocasiones de
diferentes colores, antes de la conversión de la región al islam. Consideradas
maravillas del mundo, estaban esculpidas directamente sobre la roca arenisca,
aunque algunos detalles fueron modelados en barro mezclado con paja, y bañado
todo ello con estuco para acrecentar la expresión de los rostros, manos y
vestiduras, y adornado en la antigüedad, según los viajeros, con oro y piedras
preciosas. Además, algunos ancianos que pasaron su vida en el valle, habitando
las cuevas de los alrededores, aseguran que antaño los ojos del Buda más grande,
estaban decorados con dos enormes piedras azules que brillaban en las noches
como dos luceros, hasta que un día fueron extraídas según ellos por unos
ladrones. Cuando Mahmud de Ghazni conquistó
Afganistán en el siglo XII, los Budas y frescos fueron salvados de su
destrucción. Incluso, sobre estos años, los musulmanes, iconoclastas e intransigentes
con los símbolos budistas, cortaron algunos detalles de las estatuas, en su
mayor parte las características faciales y manos. De hecho al Salsal, le
fue completamente destruida su cara durante una campaña militar del rey afgano
Abdur Rahman Khan contra la rebelión de Shia Hazara, hecho que fue pintado por
el francés Dureau en 1847. Desafortunadamente este lugar ya no se encontraba en
condiciones óptimas, pues a lo largo de la historia había sido insistentemente
deteriorado, y los Budas habían sufrido ataques por parte de los mogoles y los
persas, que usaron artillería pesada para intentar destruirlos, lo que
consiguieron sólo parcialmente. Pero en 2001, después
de sobrevivir casi intactos durante 1.500 años, fueron bombardeados y
destruidos. El gobierno islamista talibán decretó que las estatuas eran ídolos,
y por tanto contrarias al Corán, y fueron completamente destruidas con dinamita
y disparos desde tanques. En marzo, los dos Budas más grandes eran demolidos
por los “Señores de la Guerra”, ante la mirada atónita pero impotente de
occidente. Aunque las figuras de los dos Budas grandes fueron completamente
destruidas, sus contornos y algunas características son reconocibles dentro de
sus nichos, y la exploración de las cuevas de los monjes y los pasadizos que
conectan con ellas aún es posible.
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Grabado representando Bamiyán, de 1885 |
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Vista desde una de las cuevas pintadas |
Las cuevas de los monjes. Como hemos
dicho, los monjes de los monasterios vivían como ermitaños en pequeñas cuevas
talladas a los lados de los acantilados de Bamiyán, conectados con los grandes
Budas, y muchos de ellos embellecieron sus paredes rocosas con estatuas
religiosas de diferentes tamaños y sobre todo, con hermosos frescos
brillantemente coloreados, aún visibles hoy en día, de incalculable valor
artístico aunque muchos en un avanzado estado de deterioro. Después del triste
suceso de marzo del 2001, cincuenta cuevas más que no eran conocidas, fueron
descubiertas. En un proyecto de la Unesco para evaluar la preservación y
restauración del sitio después del bombardeo, un equipo de investigadores japoneses, franceses
y estadounidenses encontró que en algunas de esas cuevas que rodean los huecos
donde estaban las estatuas, hermosas pinturas que representan budas cruzados de
piernas, árboles y animales mitológicos se encontraban intactas, indemnes a
veintidós años de guerras. En total, menos de un 25% de las pinturas en las 25 grutas con pinturas
rupestres situadas en los valles de Bamiyán, Foladi y Kakrak, que forman parte
del sitio de Bamiyán, están a salvo, por ello, este descubrimiento fue de vital
importancia. Se efectuaron en esa ocasión trabajos de documentación e
inventarios de las pinturas, y de datación de las mismas (descubriendo que
habían sido realizadas entre los siglos V y IX d.C., utilizando resinas
naturales, proteínas, gomas, tinta a base de óleo y barniz resinoso, lo que las
convierte en las pinturas al óleo más antiguas del mundo), así como recogida de
fragmentos desprendidos de las paredes rocosas.
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Pinturas en el interior de una de las cuevas de Bamiyán |
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El camello y el burro, los animales mejor adaptados y más comunes en el país |
Minoría chiíta: los hazaras. Los habitantes
de las cuevas de Bamiyán, unas doscientas familias, aunque no se sabe con
exactitud el número, se encuentran entre los habitantes más pobres del país,
sobre todo, después de la destrucción de su más importante fuente de ingresos:
los Budas. Siendo un grupo minoritario del país, constituyen la gran mayoría en
Bamiyán, y muchos piensan que los talibanes no destruyeron los Budas por ser
íconos religiosos no islámicos, sino para dejar a los hazaras (chiítas) sin su
patrimonio cultural y principal medio de vida, y empobrecerlos aún más, por no
considerarlos afganos (suníes). En definitiva, como una manera de hacer
“limpieza étnica”. Poco se sabe de sus orígenes, aunque se cree que descienden
de Gengis Khan, cuyas tropas invadieron la región a principios del siglo XIII. Son
personas maravillosas, ancianos de largas barbas blancas con bebés al cuello,
mujeres de coloridos vestidos y velos largos con sacos en la cabeza, niños
jugando a la pelota a pie descalzo, gentes simples, rurales, genuinas, hospitalarias,
y con una fe indestructible, casi perturbadora, de voz serena y resistente, que
nos transporta a un mundo del ayer. Algunas viven en chozas achatadas,
cubiertas de una tierra que las mimetiza con el entorno árido de poco verde y
mucha cima abrupta que recorta el vasto paisaje como una cuchilla. La mayoría
de las miles de cuevas son artificiales y algunas están maravillosamente
decoradas por los monjes budistas de antaño, y espesas como el tiempo, nos
murmuran una historia increíble, interesante, milenaria que nos hace sentir muy
pequeños al pensar cómo aquellas lejanas gentes pudieron habitar, embellecer y
conquistar tan inhóspito territorio.
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Análisis de las pinturas de una de las cuevas |
¿Restaurar o no restaurar? En 2011, en su reunión de Tokio,
la Unesco decidió que los Budas no debían ser restaurados, argumentando que el
“vacío” era la verdadera escultura, su ausencia, sería el mejor recordatorio de
una barbarie. Tampoco parecía factible que pudieran ser reconstruidos a partir
de los aproximadamente mil cuatrocientos fragmentos sobrevivientes a las
explosiones. Sin embargo, un equipo de arquitectos, geólogos y restauradores
pertenecientes a la división alemana de Icomos (Consejo Internacional de
Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos), dirigidos por el arquitecto alemán
Georgios Toubekis, lo hicieron por su propia cuenta y riesgo, reconstruyendo
las piernas y los pies de la estatua más
pequeña, de 37 metros, usando ladrillos, cemento y tubos de acero, lo que según
los expertos, ha causado daños irreversibles. Por lo visto el proyecto de
restauración, que en principio estaba dirigido a un trabajo de consolidación
del sitio para mayor seguridad de los visitantes, fue puesto en marcha sin la
autorización del gobierno afgano, y en estos momentos se encuentra en fase de
ser detenido. Otros Budas. En noviembre de
2008, el arqueólogo afgano Zemaryalai Tarzi encontró una estatua de un
"buda dormido", de 19 metros, desconocida hasta ese momento, y en la
actualidad está buscando otra estatua legendaria de 300 metros de largo,
"buda tumbado", que el peregrino chino Xuanzang mencionó en sus
relatos. En el 2002 en Sri Lanka se esculpieron estatuas de Buda labradas en la
montaña imitando la más grande de las bombardeadas de Bamiyán. El gobierno afgano ha comisionado al artista japonés Hiro
Yamagata para recrear los Budas de Bamiyán usando catorce sistemas de láser que
se alimentan de energía solar y eólica, proyectando las imágenes de los Budas
en los acantilados donde éstos estaban labrados. Existen además, por supuesto, otros Budas en el valle, pero los dos destruidos eran los más emblemáticos.
É uma pena que a imbecilidade de fundamentalistas religiosos tenha destruídos os budas de Bamyan
ResponderEliminarCon la nueva toma de los Talibanes de Afganistán, el resto de ese complejo corre peligro nuevamente.
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