Dos
físicos de la Universidad de Manchester aseguran haber encontrado indicios de
que el misterioso manuscrito Voynich, datado en el siglo XV, podría no ser un
fraude y contener en realidad, un mensaje en un idioma secreto.
El equipo,
dirigido por los físicos Marcelo
Montemurro y Damián Zanette,
ha estudiado el conocido manuscrito, uno de los más enigmáticos ooparts,
sometiéndolo a un sistema de análisis sobre la entropía de sus palabras. El
misterioso y bello texto de Voynich, datado en el siglo XV y que muchos
investigadores han considerado recientemente como simple galimatías, podría,
después de todo, no tratarse de un fraude. El nuevo estudio de la Universidad
de Manchester sugiere que el texto comparte características con lenguas
auténticas, pudiendo contener incluso mensajes codificados. Para llegar
a esta conclusión, el equipo ha manejado un sistema que analiza la entropía de
las palabras empleadas en el manuscrito y la pone en relación con sistemas
similares de otros lenguajes ya existentes.
El
manuscrito Voynich ha confundido y fascinado a partes iguales a los
investigadores desde que el vendedor de libros Wilfred Voynich lo encontró en
un monasterio italiano en 1912. Es un libro
ilustrado con ninfas desnudas, plantas inidentificables, y diagramas
astrológicos, escrito por un autor
desconocido, en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, datado
entre 1404 y 1438 según análisis radiocarbónicos. Ninguno de los criptógrafos profesionales ni aficionados que han
abordado su estudio, han conseguido descifrar una sola palabra. ¿Una sucesión
de signos al azar? En realidad, cumple la ley Zipf, según la cual, en todas las
lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su
frecuencia de aparición -más veces, más corta-, siendo el uso de la lengua lo
que determina la ley. Pero es prácticamente imposible que hace 500 años la ley
fuese conocida, ya que fue enunciada varios siglos más tarde. Por lo
tanto, aunque este patrón es similar a otros de lenguas conocidas, varios
estudios recientes sugerían que el libro era un claro fraude del siglo XV,
muy elaborado y diseñado para timar a los coleccionistas de libros del
Renacimiento. Un trabajo científico mostraba, incluso, que técnicas ya conocidas
de los criptógrafos de la época, podrían haber permitido que alguien creara
estos patrones utilizando un conjunto sin sentido de caracteres. Otro estudio
concluía que las propiedades estadísticas de la escritura eran coincidentes con
un galimatías. El libro, que puede consultarse completo (240 páginas,
originalmente unas 250 a 310) a través de internet, se encuentra en la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros
Raros de la Universidad de Yale. El manuscrito está dividido en cinco
secciones: una dedicada a las hierbas y plantas (la mayoría no identificadas
por los botánicos), otra a la astronomía, otra a la biología, otra a mapas y
una especie de recetario.
La
afirmación acerca de la posible existencia de un idioma secreto surge
del empleo de una técnica estadística que pone una cifra en la información
contenida por los elementos de un texto o código, incluso si su significado es
desconocido. Esta técnica también puede ser empleada para determinar si hay un
significado en los genomas, posibles mensajes alienígenas, e incluso para
esclarecer las señales entre las neuronas en el cerebro. Así, el equipo de Marcelo Montemurro (Universidad de
Manchester) y Damián Zanette (Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas argentino), ha
analizado el texto utilizando esta técnica, que retira la mayoría de los
términos con significado, y encuentra la entropía en cada término, o sea, cómo
de frecuente es su uso en el texto. Sus resultados convalidan la idea de que el
texto de Voynich contiene realmente un lenguaje secreto. Más allá de
buscar patrones en las propias palabras, el método utilizado persigue un
patrón global en la frecuencia y el agrupamiento de las palabras que podría
producir un significado. El procedimiento reconoce que las palabras que son
particularmente importantes aparecerán más frecuentemente, al tiempo que hace
una distinción entre las palabras con un nivel bajo de información, como ‘y’,
que aparecen por doquier en el texto, y las que aportan un nivel alto de
información, como ‘idioma’, que podrían aparecer sólo en las áreas del texto en
las que se aborde esa cuestión.
Volviendo
al origen de este trabajo en el año 2009, el acercamiento por medio de la
entropía se centró en las palabras con significado en textos famosos de varios
idiomas. En “El origen de las especies”, por ejemplo, las 10 palabras
más informativas identificadas por esta fórmula incluían “especies”,
“variedades”, “híbridos”, “formas” y “géneros”. En “Moby Dick”, una de
las palabras más importantes según este procedimiento era “ballena”. Cuando se
aplicó al texto de Voynich, la
fórmula tomó varias palabras con una alta entropía que parecían ser específicas
de diferentes secciones del manuscrito. El equipo también aplicó un análisis
más exhaustivo del que se deducía cómo se relacionaban las palabras
desconocidas, basándose en cómo lo hacían las agrupaciones de palabras en
lenguas conocidas. A partir de ahí aplicaron estos marcadores de relación para
comparar las diferentes partes del texto. Siguiendo este método, el equipo
encontró que los términos con una alta entropía en la sección que por sus
ilustraciones parecía tratar de temas farmacéuticos y herbales, eran más fáciles de relacionar con
otros, que los términos que aparecían en secciones sobre astrología,
biología y fórmulas. “Eran los más fuertemente conectados lingüísticamente
y también al nivel de sus representaciones pictóricas, puesto que sólo hay dos
secciones en las que aparezcan estas plantas -explica Montemurro-. Nuestro
análisis es el primero que, de hecho, relaciona estas secciones a partir de su
estructura lingüística exclusivamente”.
Los
defensores de la hipótesis sobre que se trata de un fraude, no están
convencidos todavía por estos hallazgos. En 2004, el científico informático
Gordon Rugg, de la Keele Univertsity (Gran Bretaña), propuso un método de baja
exigencia tecnológica por el que un bromista inteligente podría haber creado
el manuscrito de Voynich completo sin haber inventado un idioma secreto previamente.
El “chistoso” podría haber escrito primero una tabla de sílabas de galimatías
en la que se incluyeran las raíces, prefijos y sufijos encontrados en el texto
de Voynich, para después cubrirla con una carta con tres agujeros que
desplazaría sobre su superficie para encontrar las “nuevas” palabras. Empleando
varias cartas diferentes con distintas disposiciones de los agujeros, se
produce un texto que tendría la apariencia de un idioma, aunque no lo sea. “El
chiste es perfectamente viable”, afirma Rugg, “y podría producir varias de las
características que Montemurro encontró en las distribución de palabras del
manuscrito Voynich. La aparición de una estructura compleja no tiene por qué
haber sido producida por una estructura interna compleja. Hay muchos procesos
simples que generan resultados de mucha complejidad”. El especialista en
computación añade que este esfuerzo podría estar justificado por la
sofisticación de los coleccionistas de libros de esa época, que podrían haber
sometido el texto a algunos test antes de adquirirlo. Rugg también apunta que
el manuscrito no muestra evidencias de errores que hayan sido cometidos durante
la escritura. “Si el manuscrito de Voynich es una muestra un idioma real, o la
persona que lo escribió no se preocupó de si estaba cometiendo errores, o
escribió 200 páginas sin cometer ni uno solo de ellos, lo que es bastante
improbable”, afirma.
Apéndice Enero 2014:
Arthur Tucker y Rexford Talbert, de la Universidad de Delaware, publicaron un artículo en la revista del Consejo Botánico de Estados Unidos "HerbalGram", en el que afirman haber encontrado similitudes entre las plantas no identificadas mostradas en el manuscrito, e ilustraciones que aparecen en los antiguos libros botánicos de México, lo que para los investigadores podría significar que el manuscrito tiene su origen en esa zona de Norteamérica. Lograron identificar 37 de las 303 plantas, 6 animales y 1 mineral que coinciden con las ilustraciones mexicanas. También sugieren que el dialecto utilizado podría ser alguno de los dialectos aztecas, como por ejemplo nahuatl (lengua que se sigue hablando en muchos lugares de México), pero se requieren más investigaciones para poder afirmar tal cosa. La abundancia de especímenes (hasta ahora no identificados en su mayoría, lo que supone un problema para definir su origen y autenticidad) que muestra el manuscrito, sugeriría que puede tratarse de un herbario, tal vez un libro de texto mitad científico, mitad mágico, describiendo las cualidades místicas y médicas de las plantas, y su preparación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario