Monolito Ponce |
Texto: Alex Guerra Terra. Fotos: Eduardo Pi Peret. Muy
cerca del mítico lago Titicaca y de la enigmática puerta a la ciudad de los
espíritus, Amaru Muru, la urbe de Tiahuanaco sigue siendo uno de los sitios
arqueológicos más misteriosos de América y quizá del planeta. Sus cientos de
ciclópeos bloques labrados de una exquisitez inimaginable y sus puertas que
parecen hechas para gigantes, son parte de un pasado que esconde aún infinidad
de secretos que arqueólogos e investigadores de lo insólito no han podido
desvelar debido en parte al impune expolio del lugar antes de su llegada. Os
invitamos a un paseo por los más remotos y enigmáticos orígenes de América. Situada en la margen oriental del río Tiwanaku, a 15
kilómetros hacia el sudeste del lago Titicaca del lado boliviano, Tiwanaku, o
Tiahuanaco, fue una de las ciudades pre-incas más antiguas e importantes de
toda Sudamérica, y sin duda el centro espiritual de la cultura tiahuanaco. Sin
embargo nada más llegar al sitio, vemos con cierta decepción un terreno yermo
que no parece la cuna de una gran civilización. Pero no era así antiguamente, y
al encontrarnos con las gigantescas estructuras que lo conforman, sentimos la poderosa
influencia que hace milenios poseyó, y que llegó hasta el sur del actual Perú,
el noreste de Argentina y el norte de Chile, abarcando nada menos que 600.000
km2. Según Alan Kolata, arqueólogo norteamericano que realizó excavaciones en el
sitio durante los años ochenta y principios de los noventa, la ciudad llegó a
albergar a 115.000 habitantes, junto con otros 250.000 en los campos
circundantes. Pero uno de los más controvertidos misterios de Tiahuanaco, es el
de su cronología. Aunque las cifras oficiales la sitúan en algún momento hace
4.000 años, algunos estudiosos proponen fechas mucho más remotas. Lamentablemente, al momento de la llegada de los
arqueólogos, el sitio ya había sido expoliado tanto en tiempos de los
incas, como de la colonia y la era moderna, por los temibles huaqueros o buscadores de
tesoros, quienes dejaron de la ciudad un maltrecho esqueleto, apenas un triste
despojo de su antiguo esplendor, que ha impedido realizar una interpretación
completa de tan enigmática cultura. Pero a pesar de la degradación a la que fue
sometida, uno no puede menos que sobrecogerse al llegar a ese páramo desnudo,
sin árboles ni arbustos, ante la visión de tan increíble despliegue de enormes
estructuras pétreas con bellísimos bajorrelieves que componen el Templo de
Kalasasaya, el Templete Semisubterráneo, la Pirámide de Akapana, la Puerta del
Sol, los misteriosos monolitos antropomorfos, y como no, la fascinante Puma
Punku. Música
Templo de Kalasasaya |
Templo de Kalasasaya. El “Templo
de las Piedras Paradas” (“kala”, piedra y “saya”, parado) es un inmenso
marcador de fenómenos astronómicos, donde sus antiguos habitantes verificaban
con exactitud los cambios de estaciones y el año solar de 365 días. En ambos
equinoccios, el Sol nacía por el centro de la puerta principal, característica por la magnífica escalinata
que la precede, y en los solsticios, lo hacía por el ángulo noreste y sureste
del muro. Me cuenta un lugareño, que este muro es conocido como
"chunchukala", o "pared balconera", y se caracteriza sobre
todo porque de ella sobresalen unas extrañas gárgolas, desagüe para las aguas
de lluvia. El interior alberga los restos de lo que fueron pequeñas
habitaciones semi-subterráneas, y en uno de los muros, otro elemento curioso: dos
bloques en los que se observa un orificio que imita, a escala, un aparato
auditivo humano, mediante el cual se pueden escuchar sonidos o conversaciones
que se producen en sitios muy lejanos. Estos amplificadores del sonido, nos
permiten deducir que también aquí, como en otros lugares del mundo precolombino
y alrededor de todo el planeta, se conocía y aplicaba la acústica. Es en este
recinto donde se halla el enigmático Monolito Ponce, que exhibe finos grabados
iconográficos tallados en bajorrelieve, representando hombres alados, peces,
cabezas de puma o de camélidos, cóndores, águilas y símbolos escalonados, al
más puro estilo tiahuanacota. Sin embargo, el arqueólogo boliviano Carlos Ponce,
quien le dejó su nombre, al desenterrarlo observó una cruz tallada en el hombro
derecho del monolito, signo inequívoco dejado por colonizadores españoles. No
lejos de allí, se halla el Monolito El Fraile (antes transportado a una plaza
de La Paz, pero restituido a su sitio original hace algunos años), o “Dios del
Agua”; una pieza más tosca, labrada en arenisca y sin adornos, que representa a
un enigmático personaje con un báculo y un k’ero en las manos, con cangrejos
representados en su faja ventral.
Parte posterior de la Puerta del Sol |
Puertas del Sol y la Luna. Es tal vez uno de los elementos más impresionantes de Kalasasaya. Espléndida
incluso hoy en día, se cree que las hornacinas de la parte trasera de esta
gran portada, estaban en sus tiempos de esplendor cubiertas de paneles de oro
que giraban sobre puntas de bronce, siendo el conocido investigador y visionario
Arthur Posnansky, uno de los precursores de esta idea. Su decoración es
exquisita, y en ella sobresale la figura principal de un personaje en alto
relieve denominado "Señor de los báculos" o "Dios Sol",
alrededor del cual hay 48 figuras en bajorrelieve representando seres alados y
hombres arrodillados, y debajo de ellos, "trompeteros", que
probablemente marcaban los movimientos solares. Al acercarnos a esta gran pieza
monolítica de durísima andesita, es imposible no intentar adivinar cómo fueron
los antiguos tiahuanacotas, capaces de semejante proeza. La puerta tiene ¡3
metros de alto! y 4 de ancho. ¿Para quién o para qué construyeron estructuras
tan gigantescas? ¿Cómo levantaban aquellos enormes bloques? Desde luego,
parecen construidas para seres algo más grandes que los actuales humanos.
Ya fuera de
Kalasasaya, se erige otra gran puerta: la Puerta de la Luna, que es un
monumento impresionante aunque más pequeño que el anterior, de 2.23 metros de alto,
un arco monolítico también de andesita, con grabados en alto y bajorrelieve de
motivos zoomorfos similares a los de la Puerta del Sol, pero con una cabeza de
puma y una boca de pez, y no cabezas de aves como en aquella. Al parecer, su
emplazamiento original era al ingreso del cementerio, pero posteriormente fue
trasladada a su actual ubicación, en una elevación cerca del Putuni. Los guías
comentan que está orientada según los puntos cardinales, y que marca los
solsticios; sin embargo, me pregunto: si fue movida de su sitio original,
¿habrá conservado su orientación antigua?
Cabezas clavas del Templete Semisubterráneo |
Misteriosas cabezas clavas. El Templete
Semisubterráneo es una de las más acabadas realizaciones arquitectónicas de la
época de esplendor de Tiahuanaco, construido en sillares de arenisca roja, a
más de 2 metros por debajo del nivel del área circundante. Encierra uno de los
más interesantes enigmas tiahuanacotas: 175 cabezas de piedra caliza que
sobresalen de sus muros, todas absolutamente distintas entre sí, con extraños rasgos
que corresponden a diversas etnias de lugares remotos. ¿Por qué? Lo cierto, es
que no existe una explicación satisfactoria, pero usando la lógica, este
elemento podría estar hablándonos claramente de la tan controvertida teoría
sobre la llegada a la zona, de culturas lejanas muy anteriores a las aceptadas
por la ortodoxia. Un enigma, que hasta que no aceptemos que el dato empírico no
lo es todo, no podremos resolver. Dentro de este recinto, dirigiendo nuestra
vista al suelo, vemos una prueba más de la destreza de estas gentes como ingenieros
y arquitectos: unos canales de piedra, que constituyen un sistema de drenaje con
un perfecto declive del 2% que aún funciona en la actualidad. Es también en el
Templete donde originalmente se hallaba la mayor pieza antropomorfa encontrada
en Tiwanaku: el Monolito Pachamama, más conocido como Estela Bennett, hoy
exhibido en el Museo Regional Arqueológico de Tiahuanaco; una pieza gigante, de
nada menos que 7.30 metros de alto y unas 20 toneladas de peso. Contrastando
con la perfección de la Estela Bennett, se encuentra en el Templete el Monolito
Barbado o KonTici Wiraqocha (“Señor de las Aguas”), un ser barbado y vestido de
larga saya, cuyas características caucásicas son cuanto menos extrañas.
Templete Semisubterráneo |
Monolito Ponce y Templo Kalasasaya |
Pirámide de Akapana. Seguimos
caminando por esta tierra de gigantes, y nos encontramos con una imponente
estructura piramidal de 7 terrazas escalonadas y 18 metros de altura. En su
cima, de acuerdo a las crónicas, existían bellas edificaciones. Pero todo
aquello está perdido. Ahora, debido a la constante historia de expolios ya
comentada, poco podemos ver del antiguo esplendor de Tiwanaku. Es probable que
esta parte de la ciudad haya sido construida por muy diferentes manos, y en
diferentes etapas. Parte de sus muros revestidos con piedra almohadillada y
sillares de bloques canteados en perfecto corte, así lo atestiguan, y se
componen además de una piedra que proviene de muy
lejanas canteras, lo que aún supone un desafío para los especialistas, que no
pueden explicar a ciencia cierta cómo pudieron ser transportadas.
Puma Punku. Muy cerca de la urbe
principal de Tiwanaku se halla la enigmática Puma Punku. Sus característicos y
misteriosos bloques de piedra con encajaduras donde cabían cerrojos de bronce
en forma de “T”, y grapas y anillos de cobre arsenical utilizados para la unión
de los mismos, no nos dejarán indiferentes. Esta estructura piramidal, presenta
una técnica de mampostería tan depurada, tan perfecta, tan evolucionada, que
desafía aún más si cabe nuestro entendimiento. Lamentablemente, el monumento
fue objeto de un saqueo inmisericorde desde la época de los incas, hasta la
colonia y la República, que lo dejó aún más despojado que el centro urbano de
Tiwanaku. Aquí, como en las estructuras anteriores, las redes superficiales y subterráneas para la gestión del
recurso acuífero y eliminación de las aguas pluviales y servidas sobrantes, nos
demuestran la gran destreza de los antiguos ingenieros tiahuanacotas.
Monolito El Fraile |
Las mejores minas de estaño. Se cuenta que antaño enormes planchas de metales preciosos cubrían
las fachadas con sus bajorrelieves, centelleando bajo el sol fulgurante de la
región. Un sol, cuya importancia conocían muy bien los antiguos constructores,
orientando hacia él con precisión asombrosa sus monumentos para predecir
solsticios y equinoccios que manejaban su vida cotidiana. Los diestros
arquitectos y orfebres, y los sabios sacerdotes, no descuidaban detalle de este
gran centro. Además de los famosos k’eros (vasos cerámicos ceremoniales), los
huaco-retratos (retratos tridimensionales de rostros humanos representados en
las vasijas cerámicas) y textiles (que podemos ver en el Museo Regional de
Tiahuanaco), los tiahuanacotas conocieron y trabajaron el bronce (aleación de
estaño y cobre), lo cual les dio una gran ventaja tecnológica y militar con
respecto a sus vecinos. Para ello necesitaban
estaño, que extraían del lecho del lago Titicaca. Fue Arthur Posnansky quien
encontró las antiguas minas a 10 km de Tiahuanaco, escribiendo en el
cuarto volumen de su tratado sobre la minería del lago: “En las estribaciones
montañosas del Altiplano, se han encontrado cavernas o túneles abiertos por sus
antiguos pobladores con el objeto de proveerse de metales útiles.” Actualmente,
Bolivia es el principal abastecedor de estaño del mundo. Considerado un mineral
raro, sólo puede encontrarse en Malasia, Tailandia, Bolivia, Congo-Brazzaville,
Nigeria y China. Las fuentes más antiguas como las de Oriente Próximo y Europa,
se han agotado, y en la actualidad, sólo en dos lugares se pueden hallar los
filones originales: Inglaterra y Bolivia. El primero, agotado, mientras que el
último, sigue abasteciendo al mundo entero desde sus hermosas montañas que
parecen ser en realidad, verdaderas “montañas de estaño”.
Cabezas clava y Templete Semisubterráneo |
Ninti, la diosa sumeria. Algunos
investigadores, encabezados por Erland Nordenskiold, aseguran que toda esa
tecnología metalúrgica provenía de Europa. Varias de las herramientas
examinadas, poseían mangos modelados con la cabeza de la diosa sumeria Ninti,
con las cuchillas umbilicales gemelas que tenía por símbolo la que sería
también la “Señora de las minas” del Sinaí. Si a ellos sumamos el extraño
hallazgo de un monolito con inscripciones sumerias, nos encontramos ante un
enigma que de momento, no ha podido ser desvelado.
Nos referimos al monolito Pokotia, hallado el 2002 por un arqueólogo en
las inmediaciones del lago Titicaca (hoy en el Museo del Oro de La Paz), con
inscripciones que coinciden en un 60% con las escrituras de Mesopotamia. Además
parecen haber similitudes entre el aymara, el quechua y el sumerio. La Fuente Magna, una pequeña vasija
de piedra hallada también en el lago, muestra en su parte externa, grabados de
figuras zoomorfas claramente tiahuanacoides. Sin embargo, en su interior,
presenta incisos de dos escrituras diferentes: el quellca (lengua de la antigua
Pukara, cultura precursora de Tiahuanaco), y una lengua antigua similar al
sumerio y al acadio. El problema radica, como en otros casos, en que cuando el
objeto, considerado hoy un OOPART, empezó a ser estudiado, había pasado 40 años
olvidado en el depósito del Museo del Oro de La Paz (hoy en exhibición), y ya
no se sabía a ciencia cierta su verdadera procedencia. Son sin lugar a dudas dos
piezas inquietantes, pero descontextualizadas, por lo que es difícil acercarnos
a su historia. Quién sabe, si en las excavaciones subacuáticas comenzadas este
año en el lago, los arqueólogos extraen otros materiales que consigan
esclarecer este y otros enigmas en torno a la cultura Tiahuanaco.
Monolito Ponce |
Proyecto Huiñaimarca. El lago Titicaca ya había sido explorado en
sus profundidades, pero en la actualidad está siendo por primera vez objeto de
un novedoso y ambicioso plan de arqueología subacuática dirigido por equipos de
Bélgica y Bolivia, que tratará de revelar algo más de sus fascinantes enigmas. Por
lo tanto no será difícil si realizáis una visita, encontrar buzos trabajando y
sacando a la luz olvidadas piezas del fondo del lago, considerado sagrado por
diferentes culturas precolombinas. El pasado mes de febrero de 2013, ya
habían sido identificados grandes muros domésticos, y los investigadores
destacaban entonces que el medio acuático había conseguido mantener el material
en muy buen estado de conservación, debido a la falta de luz y oxígeno, y a la
temperatura constante. Esta circunstancia, y el hecho de que se calcula que casi
600 kilómetros cuadrados de territorio de Tiahuanaco aún yace bajo sus aguas,
animó a esperar que estas investigaciones aportaran nuevos e interesantes
datos al pasado de esta antigua y desconocida cultura. A poco tiempo de la
publicación del presente texto, miles de piezas fueron extraídas del lago, que
corresponden a un rango de 2.500 años de historia. Vasijas de cerámica, piedra
tallada, restos óseos, y láminas de oro que bien pudieron conformar el revestimiento
de alguno de los bajorrelieves de Tiahuanaco, son algunas de las piezas
encontradas. Según Christophe Delaere, el director de las excavaciones, aún queda
mucho trabajo por realizar, pero las dataciones, cuya antigüedad podría
retrasar la presencia de la cultura Tiahuanaco en la zona, se esperan con gran
expectación ya que constituyen una información, que posiblemente nos podría
cambiar el punto de vista sobre esta antigua cultura.
Cabezas clava |
Centro del Saber. Tiahuanaco irradia
cultura, allí se concentraba el saber y el dominio de la ciencia, y se amaban y
amparaban las bellas artes, y a pesar del estado apocalíptico en el que se
encontraron sus ruinas, es posible imaginar, a nuestro paso por los ciclópeos y
enigmáticos monumentos, la gran civilización que allí se desarrolló durante
milenios, tal vez tres, o muchos más si somos capaces de seguir hurgando en su
pasado para lograr interpretar una cultura, que sin duda sigue siendo una gran
desconocida.
Los pumas de piedra. Cuentan las leyendas
que las profundidades del lago Titicaca eran un paraíso donde vivían en paz y
armonía personas de nobles corazones que no conocían la maldad y donde sólo
reinaba la felicidad, la alegría y el amor. Los dioses se sentían también
felices, y los hombres para garantizar su libertad, sólo debían cumplir una
condición: no subir la cima de las montañas donde ardía el fuego sagrado. Un
día un ser maligno se presentó en el lugar y provocó la tentación a los
habitantes, y se las ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia,
pidiéndoles probar su coraje subiendo a buscar el fuego sagrado a la cima de
las montañas. Ellos lo hicieron, lo que les hizo caer en el pecado, generándose
la maldad. Más adelante comprendieron que habían desobedecido a los dioses y
decidieron exterminar a los pecadores. Miles de pumas salieron de las cavernas
para devorarlos. El dios Inti, o Viracocha, al ver que los habitantes habían
cometido su primer pecado, lloró y sus lágrimas inundaron el valle, formando el
lago. Sólo un hombre y una mujer llegaron a salvarse sobre una barca de junco,
cuando el sol volvió a brillar. Bajo el cielo azul y puro, vieron flotar a los
pumas ahogados y transformados en estatuas de piedra. Desde entonces el lago
Titicaca, de acuerdo a esta leyenda, es conocido como “el lago de los pumas de
piedra”.
Templete Semisubterráneo |
Mundo de los Espíritus. No muy lejos del centro urbano de Tiahuanaco, en la
margen peruana del lago Titicaca, se halla el mítico portal de Amaru Muru, o Hayumarca. Es la “ciudad de los espíritus”, una gran
roca perfectamente pulida que fue esculpida en épocas antiguas en las partes
laterales hasta asumir la forma de un enorme portal de 7 metros, en cuyo centro
hay una sección hueca sin salida, suficientemente amplia para que se introduzca
una persona, la cual, según las creencias de los aymara, conduce al mundo de
los espíritus. Cuentan que
en la segunda mitad del siglo XIX, un hombre de origen aymara que había
escuchado los relatos de los viejos chamanes, estaba convencido que dentro de
la misteriosa puerta se había escondido en el pasado un poderoso disco solar de
oro. Después de conseguir llegar hasta la
puerta y entrevistarse con los lugareños, encontró que sus relatos coincidían
con los escritos por los conquistadores, quienes habían llegado en el siglo
XVI, y al darse cuenta que la gente la adoraba, divulgaron la idea de que era
una superstición pagana y que su adoración llevaba sólo al infierno, razón por
la que algunos campesinos la llaman “puerta del diablo”.
Templo Kalsasaya y detrás, monolito Ponce |
El sacerdote Amaru Muru. Según las tradiciones orales de los chamanes del lago
Titicaca, Amaru Muru era un sacerdote inca que, para evitar que los
conquistadores españoles se apoderaran del gran disco solar de oro que estaba
custodiado en el templo del Coricancha, en el Cusco, lo tomó y se lo llevó
lejos, escondiéndose durante años en las montañas. Finalmente, llegó al portal,
lo atravesó, y entró en otra dimensión llevándose consigo el disco solar de
oro, para preservarlo así de la furia saqueadora de los conquistadores. Los
habitantes del lugar, dicen que es la entrada al “Templo de la Iluminación de los
Dioses Merú” o “Hayu Marca”, y cuentan extrañas historias sobre esta puerta. Algunas
tardes, dicen, se hace semi-transparente, dejando entrever una ciudad
iluminada. También cuentan que al tocar con ambas manos los lados interiores
del marco de la puerta de piedra y apoyando la cabeza en una hendidura que hay
en ésta, se pueden percibir extrañas sensaciones tales como la visión de fuego,
melodías musicales e incluso la visión de túneles que atraviesan la montaña. Consideran
al lugar como una puerta en sí, y al hombre como la llave, el cual puede pasar
por ella cuando entra en sintonía con el sol. Pero lo cierto es que, de los
cientos de personas que han intentado percibir estos fenómenos, sólo unas pocas
consiguieron, según dicen, notar alguna de las sensaciones anteriormente
descritas.
El Inka Dose Capaca. Según la leyenda
aymara, el nombre de Tiahuanaco surgió cuando el Inka Dose Capaca, el
"sariri", estando en la ciudad, vio llegar a lo lejos a un emisario
corriendo velozmente. El Inka fue a su encuentro y viéndole cansado le dijo
"Tiai, wanaku" lo que significa "siéntate, guanaco". A
partir de ese momento, la ciudad pasó a ser conocida como Tiwanaku, que
mediante la evolución de la etimología de las palabras a través de su uso, pasó
a tener el nombre con el que nosotros la conocemos: Tiahuanaco. Sin embargo,
algunos investigadores sostienen que la palabra proviene de “Intiwa Wan Hake”,
que significa “La ciudad de los hijos del Sol”.
Enlaces de interés:
Reanudan excavaciones en Tiwanaku (Bolivia Jun 2014)
Huiñaimarca: Presentan piezas recuperadas en el fondo del Titicaca (Bolivia Oct 2013)
Bolivia y Bélgica impulsan plan de arqueología subacuática en el lago Titicaca (Bolivia May 2013)
Enlaces de interés:
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Huiñaimarca: Presentan piezas recuperadas en el fondo del Titicaca (Bolivia Oct 2013)
Bolivia y Bélgica impulsan plan de arqueología subacuática en el lago Titicaca (Bolivia May 2013)
Qué interesante artículo bien redactado y con buena información. Gracias! Saludos desde Lima, Perú.
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