Gracias a un robot
utilizado para explorar la cámara subterránea del antiguo Templo de la Serpiente
Emplumada, en Teotihuacán, se han revelado dos espacios más, hasta ahora
desconocidos, mientras que en las excavaciones, se hallaron enterradas más de
un centenar de misteriosas esferas metálicas.
Fotos: Héctor
Montaño (INAH) - Música: Ah Nee Mah - Sun Cercle (Ancient Voices)
El robot, llamado Tláloc
II-TC, artífice del hallazgo, ha localizado tres espacios, dos de ellos
desconocidos, al final de un conducto subterráneo bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, o de Quetzalcóatl, en Teotihuacán,
al noreste de la ciudad de México. Así lo ha afirmado el investigador Ng Tze Chuen, de Hong Kong, el mismo
que creó el robot Djedi, para
explorar las entrañas de la Gran Pirámide de Gizeh en el año 2010. En esta
ocasión ha participado en el perfeccionamiento del robot Tláloc II-TC, para explorar las cámaras subterráneas
del mencionado templo, junto con el Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH).
El templo de la
Serpiente Emplumada, el tercer edificio más grande de Teotihuacán, está
decorado con unas magníficas esculturas que representan a la Serpiente
Emplumada, una serpiente con el cuerpo cubierto de plumas, que es una de las
principales divinidades prehispánicas. El templo, fue muy saqueado en tiempos
antiguos, y a lo largo del siglo XX, ha sido excavado en numerosas ocasiones.
Sin embargo, hasta ahora sólo se conocía la existencia de una cámara al final
de un conducto subterráneo y no de tres, como ha revelado el Tláloc II-TC mediante la
topografía obtenida con un escáner. En los años setenta, se había descubierto
un túnel que conducía a cuatro cámaras, aunque no se pudo obtener demasiada
información debido a deficiencias en la excavación, según ha explicado Sergio Gómez Chávez, director del
proyecto Tlalocan: camino bajo la
tierra. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías, ya sabemos que se
trata de tres cámaras.
Mientras tanto, los
arqueólogos prosiguieron la excavación de las dos cámaras laterales o
intermedias ya conocidas, ubicadas en el metro 74, y en una de ellas se ha
descubierto una ofrenda atípica, que consiste en más de un centenar de esferas aparentemente metálicas, las
cuales presentan en realidad un núcleo de arcilla
con otras materias orgánicas, cubierto con pirita, la cual, con el tiempo y debido al proceso de oxidación, se
convirtió en jarosita, motivo por el
cual se ven de color amarillo oro (por lo que se le llama "oro de los tontos"). La función y origen de las esferas, que poseen
entre 4 y 12 centímetros de diámetro, y que debieron ser depositadas durante la
última clausura del túnel, hace unos 1.800 años, aún se desconoce, aunque todo
apunta a que tenían un propósito relacionado con rituales y magia. Es curioso anotar que la cámara sur, donde se encuentran, presenta sus muros y techo totalmente recubiertos de un polvo mineral compuesto de magnetita, pirita y hematita, lo que probablemente en su tiempo, le daba un aspecto impresionante al sitio. Las esferas
ya están siendo analizadas, a fin de intentar determinar con precisión el uso
que pudieron tener. Sin duda, un enigma sobre el que estaremos muy atentos.
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