27 de septiembre de 2015

Stonehenge (Wiltshire, Inglaterra, Set 2015)

Música para el post Mucho se ha especulado sobre Stonehenge, pero pocas veces se han descrito los datos comprobados por la ciencia sobre este enigmático monumento megalítico, uno de los más inquietantes de la Humanidad, que ha sido pasto, como tantos otros sitios de este tipo en el mundo, de las más alocadas hipótesis. ¿Cuándo y cómo fue construido? ¿Cómo y desde dónde fueron trasladados los bloques que lo conforman? ¿Cuál fue su función? ¿Quiénes y desde cuándo han investigado su pasado? El problema en este caso como en muchos, es la falta de documentación escrita de la época (a excepción de algunas medievales basadas en leyendas y tradición oral), pero todas estas preguntas pueden ser respondidas en parte gracias a las nuevas técnicas e investigaciones del siglo XXI. El monumento. Localizado a 100 km al oeste de Londres, en a llanura de Salisbury, está formado por grandes bloques de roca metamórfica distribuidos en 4 circunferencias concéntricas (cromlech). La hilera exterior mide 30 m de diámetro y está formado por bloques de arenisca amarillenta o sarsen (columnas rectangulares o monolitos originalmente 30, de las que sólo quedan 17), coronadas por dinteles (hoy solo 7 permanecen en su sitio). Dentro de esta hilera se halla otro círculo de bloques más pequeños y azulados (60 menhires, actualmente solo 20), no tan bien esculpidos, de doleritas y riolitas volcánicas, que encierran a su vez a una pequeña estructura en forma de herradura (5 trilitos de gran tamaño de sarsen) en cuyo interior otra herradura de 19 menhires de piedra azul, donde en su centro, hay una losa llamada “el Altar”, de arenisca verde y alto contenido en aluminio, lo que le da un especial brillo al recibir la luz solar (para lo que probablemente servía). El conjunto está rodeado por un foso circular de 104 m de diámetro, donde se alza una estructura con 56 fosas conocidas como los “agujeros de Aubrey” desde el siglo XVII en honor a su descubridor, y que fueron utilizadas para enterramientos. Este sería el monumento original, un gran círculo construido en 3.000 a.C., 500 años antes del Stonehenge que conocemos, con sus cuatro circunferencias concéntricas que han llegado hasta nuestros días. En una segunda fase, el lugar adquirió una función más conmemorativa y de celebración, que es la más conocida hasta ahora. Lo atraviesa “la Avenida”, un camino procesional de 23 m de ancho y aproximadamente 3 km de longitud.
Canteras de arenisca, doleritas y riolitas. Los bloques azules de dolerita y riolita proceden de Preselly, al suroeste de Gales, a unos 300 km de Stonehenge, la piedra de “el Altar” fue traída de una región cercana a Milford Haven, al sur de Gales, y los bloques de arenisca amarillenta proceden de Marlborough Downs, a 30 km hacia el norte del monumento. Sobre su traslado no hay consenso, pero algunos bloques superan las 50 toneladas (pesan entre 25 y 50 toneladas, y los dinteles, alrededor de 7 toneladas). Origen de las investigaciones. Los constructores. Ya en el siglo XII con la conquista de Inglaterra por los normandos, Stonehenge era ya conocido y venerado. El historiador de esta época, Geoffrey de Monmouth, obispo de San Asaph, indicó que las famosas piedras habían sido llevadas desde Irlanda por el mago Merlín para conmemorar un entierro masivo de bretones, o que eran gigantes petrificados (por eso se conocieron en el pasado como “Danza de los Gigantes”), teorías desacreditadas ya en el siglo XIII, aunque se pasó a atribuir a los druidas, la construcción del monumento. Más tarde, se atribuyó a los fenicios, romanos, o daneses… Fue en 1620 cuando el duque de Buckingham fue el primero en excavar la zona, aunque iba en busca de un supuesto tesoro, sin saber que estaban excavando sobre un monumento prehistórico. También un arquitecto llamado Iñigo Jones, que trabajaba para el rey Jaime I de Inglaterra en el siglo XVII, investigó el conjunto llegando a la conclusión de que se trataba de un templo romano (siglo I d.C.) dedicado al Cielo. Según el recuento de la Universidad de Bournemouth, ningún tesoro fue hallado, sino solamente restos de huesos de animales. También en el siglo XVII John Aubrey, escritor y estudioso de la antigüedad, fue quien reafirmó que Stonehenge era un templo construido por los druidas, aunque la importancia de sus estudios radica en el descubrimiento de las fosas que pasaron a llamarse con su nombre (“agujeros de Aubrey”). Más tarde, durante el siglo XIX, se realizaron al menos 6 excavaciones en la zona, cuando la arqueología era una especie de pasatiempo para la aristocracia. Pero fue a partir del siglo XX cuando comenzaron las investigaciones serias en torno al monumento. El arqueólogo William Halley y su equipo, enderezó algunas de las piedras que se encontraban derribadas por el tiempo, siendo esta la reconstrucción más importante llevada a cabo. Por esta época, la cronología del monumento se llevaba hasta hace unos 5.000 años, gracias a los estudios de un astrónomo: Sir Norman Lockyer, viendo inferencias arqueoastronómicas en el monumento, y atribuyendo la construcción a los pueblos fabricantes de cerámicas campaniformes del Neolítico, pueblos que en realidad no contaban con los adelantos tecnológicos para realizar una construcción como Stonehenge, lo que dio lugar a numerosas especulaciones, que mantuvieron el monumento con un constante halo de misterio, que poco a poco se va desvelando, sobre a partir del siglo XXI gracias a las nuevas técnicas. Tradicionalmente todo el conjunto se fechaba en el 3000-2500 a.C., el Neolítico (6000-2000 a.C.), pero las nuevas investigaciones han cambiado bastante los paradigmas de Stonehenge y han retrasado considerablemente su antigüedad, hasta el período Epipaleolítico (10.000-6.000 a.C.). El conjunto, de la Edad de Piedra, sí fue posteriormente reutilizado por pueblos diversos, como los fabricantes de cerámicas campaniformes, y los druidas.
Inscripciones. Algunas de las piedras contienen delicadas inscripciones que no han podido ser descifradas, pero que probablemente tienen relación con las ceremonias religiosas que allí se realizaban, aunque de forma muy posterior, en unos 1.000 años en adelante, a la construcción del monumento. En su mayoría reproducen armas de la Edad del Bronce (2500 a.C.), y fueron descubiertas en 2012 gracias a técnicas de escáner (no son visibles al ojo humano) por el grupo de voluntarios de la organización English Heritage (Patrimonio Inglés). Stonehenge, druidismo y masonería. En el siglo XVII un masón, William Stukeley, realizó un estudio del monumento reiterando y expandiendo la falsa hipótesis de su relación con los druidas, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que parte de la comunidad masónica ha intentado relacionar sus orígenes a los tiempos de los druidas, añadiendo la magia y misterio de Stonehenge a su linaje grupal. Numerosos grupos profesantes de la religión druídica (que desde 2007 es oficial en Inglaterra), y específicamente masónicos (como la “Antigua Orden Unificada de Druidas”), acudían cada año a realizar sus ritos y ceremonias al lugar, hasta 1985 en que el Gobierno británico lo prohibió (así como aquelarres de brujas y hechiceros), haciéndose cargo de la protección y conservación de Stoehenge. Funciones de Stonehenge. Hasta finales del siglo XX se creía que Stonehenge era sobre todo un lugar de peregrinación y de celebraciones: los druidas y seguidores de la Nueva Era todavía lo definen como un lugar sagrado, y lo utilizan como tal en los solsticios de verano (aunque antiguamente parece ser que era en los de invierno que se realizaban las celebraciones). Por supuesto, contrariamente a la creencia popular, su construcción nada tiene que ver con los druidas celtas, muy posteriores (a partir del siglo VIII a.C. en Gran Bretaña) a la construcción del monumento, que sí es cierto que utilizaron más tarde, en la Edad del Bronce. Algunos estudios apuntan a que se trata además de un observatorio astronómico, un calendario solar, o hasta un centro para la curación. Además han sido encontrados unos 300 enterramientos humanos, previamente cremados, aunque se trataría de un cementerio para la élite. En realidad, el hallazgo de muchos otros elementos estructurales alrededor del conocido Stonehenge, ha demostrado que éste sólo era parte de un mucho más complejo centro litúrgico, con varias funciones.
Últimas investigaciones:
2007. Durrington Walls: Peregrinación y celebraciones. Excavaciones llevadas a cabo por Mike Parker Pearson (actualmente en la U. College de Londres pero entonces en la de Sheffield) del proyecto “Stonehenge Riverside”, en el asentamiento neolítico de Durrington Walls, a 3 km de Stonehenge, sacaron a la luz los restos de cientos de viviendas, cerca de mil, y de estructuras de un diseño similar a Stonehenge pero de madera (Woodhenge, de la que sólo quedan restos de los agujeros donde se fijaban los troncos que formaban el círculo, hoy en día marcados con hitos de hormigón) donde se realizaban celebraciones y ceremonias fúnebres de hace 4.500 años (2500 a.C.), relacionado con toda seguridad a Stonehenge, aunque no eran habitadas permanentemente, sino que era usado sólo para ocasiones muy especiales, grandes fiestas (de hasta 5.000 personas) a juzgar por la cantidad de huesos animales que se hallaron debajo mismo de las casas, como si realmente fuera un lugar para disfrutar de grandes comilonas sin importar demasiado el mantenimiento, pues era abandonado después de la celebración, hasta el año siguiente. El análisis de los dientes de 80.000 esqueletos de animales encontrados en el lugar, reflejaban que en aquella época el sitio se había convertido en escenario de estos grandes encuentros y fiestas comunitarias para celebrar el solsticio de invierno (según análisis de dentaduras de los cerdos sacrificados, éstos habían nacido en primavera, y habían sido sacrificados en invierno). De alguna manera, relacionaban la madera con los vivos, y la piedra con los muertos. Después de una larga historia, el declive de Stonehenge llegó, según los investigadores, por el abandono de la cultura comunitaria y la llegada de poblaciones más individualistas. Ambos asentamientos están comunicados a través de caminos de piedra, con el cercano río Avon. Ya en estos años, y anteriores, se vio la importancia de dejar de ver el monumento de Stonehenge en aislamiento, y relacionarlo más bien con su entorno circundante, que es lo que le da verdadero sentido a su emplazamiento y funciones.
2011. Stonehenge: Observatorio astronómico y calendario solar. Un equipo de investigadores británicos liderados por Vince Gaffney (Universidad de Birmingham)  y del Instituto Arqueológico Ludwig Boltzmann de Viena (Proyecto de Paisajes Ocultos de Stonehenge), han trabajado durante 4 años para realizar un mapa 3D de Stonehenge y su entorno (4 km2 de Amesbury), en el llamado Cursus (un monumento largo rectangular cercano a Stonehenge), usando magnetómetros GPS y georadares. Gracias a ello, localizaron en 2011 (aunque la noticia ha salido nuevamente en la prensa estos días, porque se ha completado el mapeo) 15 bloques de piedra del Neolítico (enterrados), además de varias zanjas y dos hoyos, que forman un triángulo con Stonehenge y coincidirían con la salida y puesta del sol durante los solsticios de invierno y verano, y que demuestra una actividad alrededor de Stonehenge mucho mayor (y probablemente por tiempo más prolongado) de lo que nos imaginábamos hasta ahora.
2013. Cementerio para la élite. “Agujeros de Aubrey”. Según investigaciones realizadas por arqueólogos británicos, fue en su origen un cementerio para la élite de la Edad de Piedra. Según estos nuevos estudios se trataría, en su primera fase, de un inmenso cementerio exclusivo para familias de las élites del momento, según el director de las excavaciones, el profesor Mike Parker Pearson, de la Universidad College de Londres. Tras una investigación de diez años, y del análisis de más de 50.000 fragmentos de huesos humanos enterrados en uno de los “agujeros de Aubrey”, que corresponden a 63 individuos, los investigadores aseguran haber descubierto que en 3000 a.C. (hace 5.000 años) se transportaban hasta Stonehenge los restos de los fallecidos de las clases privilegiadas. Los análisis han revelado además que los cuerpos eran de hombres y mujeres casi en igual proporción, y que también había niños, entre ellos un bebé recién nacido. La cabeza de una maza, un objeto de alto estatus comparable al de un cetro, y un tazón pequeño quemado por un lado, sugieren que los enterramientos podrían haber sido de los líderes religiosos y políticos de las tribus, y sus familiares directos. El monumento cuenta con áreas para preparar el cuerpo de los difuntos (algunos desmembramientos).
2013. Centro para la curación. En los proyectos de excavaciones de enterramientos, se han descubierto también áreas que parecen ser exclusivas para atender a los enfermos, algo que se reafirma con el hallazgo de enterramientos humanos con enfermedades y deformidades, y que en muchos casos habían llegado de lugares bastante alejados, según el análisis de sus dentaduras. Si a esto le sumamos que el lugar de donde eran extraídos los bloques de arenisca (Presely, Gales, a 170 km), contiene numerosos manantiales sagrados con cualidades terapéuticas que probablemente se conocían en el pasado, podría decirse que tal vez fueron especialmente elegido por ésas. Tradicionalmente, entre los poderes curativos del lugar se cuenta el de hacer fértil a cualquier pareja que durmiera en sus terrenos.
2013. Habitantes anteriores a Stonehenge. 7500 a.C. Nuevas investigaciones realizadas por aficionados, aunque usando metodología científica y dirigidos por el arqueólogo David Jacques, de la Universidad Abierta, adelantan la ocupación del monumento en nada menos que 4.500 años, o sea, que el sitio, habría sido ocupado desde el 7500 a.C. La excavación, financiada por pensionistas aficionados a la arqueología, y localizada a 1,5 km del monumento, en el llamado Campo Vespasiano, revela que el área (que más tarde rodeaba a Stonehenge) fue un asentamiento 4.000 años antes de la construcción del monumento megalítico, e incluso 500 años antes de éste ser un cementerio. Jacques observó que el lugar no había sido tan ajardinado antes del siglo XVIII y decidió investigar. Qué había habido antes. Todo el paisaje estaba lleno de monumentos prehistóricos y le pareció extraordinaria la forma en que el lugar había estado oculto a la arqueología durante tanto tiempo. El sitio contiene un manantial natural, constituyendo la fuente de agua potable más cercana a Stonehenge. Esta presencia, les llevó a excavar en esa zona, que en los últimos siete años, ha proporcionado indicios por dataciones radiocarbónicas, de ocupación humana desde el 7500 al 4700 a.C.
2014. La forma de Stonehenge. Uno de los enigmas de Stonehenge sigue siendo si realmente el monumento fue circular, ya que su forma fue reconstruida a partir de bloques que estaban derribados, suponiendo que en el pasado estaban erigidos de esta forma. Un obrero, Tim Daw, voluntario de la organización English Heritage (Patrimonio Inglés) que regaba los alrededores del monumento como cada año, para que la hierba se mantenga fresca y verde, notó unas marcas en el césped como las que dejan los objetos pesados después de permanecer sobre ella largo rato. El voluntario llamó a los arqueólogos, quienes afirman que podría tratarse de marcas dejadas por los bloques de piedra faltantes en el monumento, lo cual, podría revelar algo más sobre su forma original.

Maryhill, Washington, Estados Unidos. Se levantó hace tiempo una réplica a escala natural de Stonehenge que “completa” las partes desaparecidas siguiendo los datos proporcionados por historiadores y arqueólogos, y Fazenda (para sus estudios de arqueoacústica) aprovechó su existencia para poner a prueba sus suposiciones, con éxito. Acústica de Stonehenge. Este monumento ha servido para realizar interesantes estudios de arqueoacústica, que demostraron la importante acústica conseguida por la forma y disposición de los megalitos, seguramente usada para las ceremonias que se celebraban durante los solsticios en épocas posteriores. Algunos investigadores proponen que Stonehenge fue cuidadosamente construido para producir efectos sonoros singulares que favorecieran los trances de tipo chamánico y la experiencia religiosa. Entre los defensores de esta propuesta, que no invalida las otras, se encuentran representantes de la arqueoacústica como Steven Waller y Bruno Fazenda. Este último y sus colegas de las universidades de Bristol y Huddersfield, para probar su hipótesis cuentan con avanzados programas informáticos que recrean los efectos sonoros provocados por ecos, cantos e instrumentos de percusión en distintos lugares, y eso es precisamente lo que se propusieron hacer en el caso del célebre círculo megalítico. Pero había un problema: como sabemos, el conjunto megalítico está semidestruido, y lo que se ve en pie, es básicamente restaurado, por lo que los posibles efectos acústicos del pasado, no podían reproducirse en el presente. Por ello, para Fazenda fue una útil herramienta la réplica de Maryhill, en Washington, Estados Unidos. Restauraciones actuales. Stonehenge está pasando por el mayor lavado de cara de su reciente historia, con una inversión de 33 millones de euros y la construcción de un nuevo centro para visitantes que pretende disminuir la presión humana sobre el frágil monumento. El plan, incluye el cierre al tráfico de la carretera A344 que permitía hasta ahora que los coches circularan a menos de medio kilómetro de los megalitos. Wiltshire Museum. Museo donde se exhiben numerosas piezas de bronce y oro de la Edad del Bronce, procedentes de enterramientos, utilizadas por druidas y sacerdotes en Stonehenge, que reutilizaron el monumento, muy anterior a ellos. Algunas piezas son idénticas a las reproducidas en algunas de las piedras del monumento. En el museo también se hallan reproducidos algunos de los enclaves donde estas hermosas piezas fueron localizadas, como el llamado entierro de Bush Barrow, de un cacique de la Edad del Bronce, en todo su esplendor.



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