Música para el post Mucho se ha especulado
sobre Stonehenge, pero pocas veces se han descrito los datos comprobados por la
ciencia sobre este enigmático monumento megalítico, uno de los más inquietantes
de la Humanidad, que ha sido pasto, como tantos otros sitios de este tipo en el
mundo, de las más alocadas hipótesis. ¿Cuándo y cómo fue construido? ¿Cómo y
desde dónde fueron trasladados los bloques que lo conforman? ¿Cuál fue su
función? ¿Quiénes y desde cuándo han investigado su pasado? El problema en este
caso como en muchos, es la falta de documentación escrita de la época (a
excepción de algunas medievales basadas en leyendas y tradición oral), pero todas
estas preguntas pueden ser respondidas en parte gracias a las nuevas técnicas e
investigaciones del siglo XXI. El
monumento. Localizado a 100 km al oeste de Londres, en a llanura de
Salisbury, está formado por grandes bloques de roca metamórfica distribuidos en
4 circunferencias concéntricas (cromlech).
La hilera exterior mide 30 m de
diámetro y está formado por bloques de arenisca
amarillenta o sarsen (columnas
rectangulares o monolitos originalmente 30, de las que sólo quedan 17),
coronadas por dinteles (hoy solo 7
permanecen en su sitio). Dentro de esta hilera se halla otro círculo de bloques
más pequeños y azulados (60 menhires,
actualmente solo 20), no tan bien esculpidos, de doleritas y riolitas volcánicas, que encierran a su vez a una
pequeña estructura en forma de herradura (5 trilitos de gran tamaño de sarsen) en cuyo interior otra herradura
de 19 menhires de piedra azul, donde
en su centro, hay una losa llamada “el
Altar”, de arenisca verde y alto
contenido en aluminio, lo que le da un especial brillo al recibir la luz solar
(para lo que probablemente servía). El conjunto está rodeado por un foso circular de 104 m de diámetro,
donde se alza una estructura con 56
fosas conocidas como los “agujeros
de Aubrey” desde el siglo XVII en honor a su descubridor, y que fueron
utilizadas para enterramientos. Este sería el monumento original, un gran círculo construido en 3.000 a.C., 500 años antes del Stonehenge que conocemos,
con sus cuatro circunferencias concéntricas que han llegado hasta nuestros
días. En una segunda fase, el lugar adquirió una función más conmemorativa y de celebración, que es
la más conocida hasta ahora. Lo atraviesa “la
Avenida”, un camino procesional de 23 m de ancho y aproximadamente 3 km de
longitud.
Canteras de arenisca, doleritas y riolitas. Los bloques azules de dolerita y riolita proceden de Preselly, al suroeste de Gales, a unos 300 km de Stonehenge, la
piedra de “el Altar” fue traída de
una región cercana a Milford Haven, al
sur de Gales, y los bloques de arenisca
amarillenta proceden de Marlborough
Downs, a 30 km hacia el norte del monumento. Sobre su traslado no hay
consenso, pero algunos bloques superan las 50 toneladas (pesan entre 25 y 50
toneladas, y los dinteles, alrededor de 7 toneladas). Origen de las investigaciones. Los constructores. Ya en el siglo XII con la conquista de
Inglaterra por los normandos,
Stonehenge era ya conocido y venerado. El historiador de esta época, Geoffrey de Monmouth, obispo de San
Asaph, indicó que las famosas piedras habían sido llevadas desde Irlanda por el
mago Merlín para conmemorar un
entierro masivo de bretones, o que eran gigantes petrificados (por eso se
conocieron en el pasado como “Danza de
los Gigantes”), teorías desacreditadas ya en el siglo XIII, aunque se pasó a atribuir a los druidas, la construcción del monumento. Más tarde, se atribuyó a
los fenicios, romanos, o daneses… Fue
en 1620 cuando el duque de Buckingham fue el primero en
excavar la zona, aunque iba en busca de un supuesto tesoro, sin saber que
estaban excavando sobre un monumento prehistórico. También un arquitecto
llamado Iñigo Jones, que trabajaba
para el rey Jaime I de Inglaterra en el siglo
XVII, investigó el conjunto llegando a la conclusión de que se trataba de
un templo romano (siglo I d.C.) dedicado
al Cielo. Según el recuento de la Universidad de Bournemouth, ningún tesoro fue
hallado, sino solamente restos de huesos de animales. También en el siglo XVII John Aubrey, escritor y estudioso de la antigüedad, fue quien
reafirmó que Stonehenge era un templo construido por los druidas, aunque la importancia de sus estudios radica en el
descubrimiento de las fosas que pasaron a llamarse con su nombre (“agujeros de
Aubrey”). Más tarde, durante el siglo
XIX, se realizaron al menos 6 excavaciones en la zona, cuando la
arqueología era una especie de pasatiempo para la aristocracia. Pero fue a partir del siglo XX cuando comenzaron las investigaciones serias en torno al
monumento. El arqueólogo William Halley
y su equipo, enderezó algunas de las piedras que se encontraban derribadas por
el tiempo, siendo esta la reconstrucción más importante llevada a cabo. Por
esta época, la cronología del monumento se llevaba hasta hace unos 5.000 años,
gracias a los estudios de un astrónomo: Sir
Norman Lockyer, viendo inferencias arqueoastronómicas en el monumento, y atribuyendo
la construcción a los pueblos fabricantes de cerámicas campaniformes del Neolítico,
pueblos que en realidad no contaban con los adelantos tecnológicos para
realizar una construcción como Stonehenge, lo que dio lugar a numerosas
especulaciones, que mantuvieron el monumento con un constante halo de misterio,
que poco a poco se va desvelando, sobre a partir del siglo XXI gracias a las nuevas técnicas. Tradicionalmente todo el
conjunto se fechaba en el 3000-2500 a.C.,
el Neolítico (6000-2000 a.C.), pero las nuevas investigaciones han cambiado
bastante los paradigmas de Stonehenge y han retrasado considerablemente su
antigüedad, hasta el período Epipaleolítico
(10.000-6.000 a.C.). El
conjunto, de la Edad de Piedra, sí
fue posteriormente reutilizado por pueblos diversos, como los fabricantes de
cerámicas campaniformes, y los druidas.
Inscripciones. Algunas de las piedras contienen delicadas
inscripciones que no han podido ser descifradas, pero que probablemente tienen
relación con las ceremonias religiosas que allí se realizaban, aunque de forma
muy posterior, en unos 1.000 años en adelante, a la construcción del monumento.
En su mayoría reproducen armas de la Edad del Bronce (2500 a.C.), y fueron
descubiertas en 2012 gracias a técnicas de escáner (no son visibles al ojo
humano) por el grupo de voluntarios de la organización English Heritage (Patrimonio Inglés). Stonehenge, druidismo y masonería. En el siglo XVII un masón, William Stukeley, realizó un estudio
del monumento reiterando y expandiendo la falsa hipótesis de su relación con
los druidas, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que parte de la
comunidad masónica ha intentado relacionar sus orígenes a los tiempos de los
druidas, añadiendo la magia y misterio de Stonehenge a su linaje grupal.
Numerosos grupos profesantes de la religión druídica (que desde 2007 es oficial
en Inglaterra), y específicamente masónicos (como la “Antigua Orden Unificada de Druidas”), acudían cada año a realizar
sus ritos y ceremonias al lugar, hasta 1985 en que el Gobierno británico lo
prohibió (así como aquelarres de brujas y hechiceros), haciéndose cargo de la
protección y conservación de Stoehenge. Funciones
de Stonehenge. Hasta finales del siglo XX se creía que Stonehenge era sobre
todo un lugar de peregrinación y de celebraciones: los druidas y seguidores de la Nueva Era
todavía lo definen como un lugar sagrado, y lo utilizan como tal en los
solsticios de verano (aunque antiguamente parece ser que era en los de invierno
que se realizaban las celebraciones). Por supuesto, contrariamente a la
creencia popular, su construcción nada tiene que ver con los druidas celtas, muy posteriores (a
partir del siglo VIII a.C. en Gran Bretaña) a la construcción del monumento,
que sí es cierto que utilizaron más tarde, en la Edad del Bronce. Algunos
estudios apuntan a que se trata además de un observatorio astronómico, un calendario
solar, o hasta un centro para la
curación. Además han sido encontrados unos 300 enterramientos humanos,
previamente cremados, aunque se trataría de un cementerio para la élite. En realidad, el hallazgo de muchos otros
elementos estructurales alrededor del conocido Stonehenge, ha demostrado que
éste sólo era parte de un mucho más complejo centro litúrgico, con varias
funciones.
Últimas investigaciones:
2007. Durrington Walls: Peregrinación y celebraciones. Excavaciones llevadas a
cabo por Mike Parker Pearson
(actualmente en la U. College de Londres
pero entonces en la de Sheffield)
del proyecto “Stonehenge Riverside”, en
el asentamiento neolítico de Durrington
Walls, a 3 km de Stonehenge, sacaron a la luz los restos de cientos de viviendas, cerca de mil, y de
estructuras de un diseño similar a Stonehenge pero de madera (Woodhenge, de la que sólo quedan restos
de los agujeros donde se fijaban los troncos que formaban el círculo, hoy en
día marcados con hitos de hormigón) donde se realizaban celebraciones y
ceremonias fúnebres de hace 4.500 años (2500
a.C.), relacionado con toda seguridad a Stonehenge, aunque no eran
habitadas permanentemente, sino que era usado sólo para ocasiones muy
especiales, grandes fiestas (de hasta 5.000 personas) a juzgar por la cantidad
de huesos animales que se hallaron debajo mismo de las casas, como si realmente
fuera un lugar para disfrutar de grandes comilonas sin importar demasiado el
mantenimiento, pues era abandonado después de la celebración, hasta el año
siguiente. El análisis de los dientes de 80.000 esqueletos de animales
encontrados en el lugar, reflejaban que en aquella época el sitio se había
convertido en escenario de estos grandes encuentros y fiestas comunitarias para
celebrar el solsticio de invierno (según análisis de dentaduras
de los cerdos sacrificados, éstos habían nacido en primavera, y habían sido
sacrificados en invierno). De alguna manera, relacionaban la madera con los vivos, y la piedra con los muertos. Después de una
larga historia, el declive de Stonehenge llegó, según los investigadores, por
el abandono de la cultura comunitaria
y la llegada de poblaciones más
individualistas. Ambos asentamientos están comunicados a través de caminos
de piedra, con el cercano río Avon.
Ya en estos años, y anteriores, se vio la importancia de dejar de ver el
monumento de Stonehenge en aislamiento, y relacionarlo más bien con su entorno
circundante, que es lo que le da verdadero sentido a su emplazamiento y
funciones.
2011. Stonehenge: Observatorio astronómico y calendario
solar.
Un equipo de investigadores británicos liderados por Vince Gaffney (Universidad
de Birmingham) y del Instituto Arqueológico Ludwig Boltzmann de
Viena (Proyecto de Paisajes Ocultos de
Stonehenge), han trabajado durante 4 años para realizar un mapa 3D de Stonehenge y su entorno (4
km2 de Amesbury), en el llamado Cursus
(un monumento largo rectangular cercano a Stonehenge), usando magnetómetros GPS
y georadares. Gracias a ello, localizaron en 2011 (aunque la noticia ha salido
nuevamente en la prensa estos días, porque se ha completado el mapeo) 15 bloques de piedra del Neolítico
(enterrados), además de varias zanjas y dos
hoyos, que forman un triángulo con Stonehenge y coincidirían con la salida
y puesta del sol durante los solsticios de invierno y verano, y que demuestra
una actividad alrededor de Stonehenge mucho mayor (y probablemente por tiempo
más prolongado) de lo que nos imaginábamos hasta ahora.
2013. Cementerio para la élite. “Agujeros de Aubrey”. Según investigaciones
realizadas por arqueólogos británicos, fue en su origen un cementerio para la élite de la Edad
de Piedra. Según estos nuevos estudios se trataría, en su primera fase, de
un inmenso cementerio exclusivo para familias de las élites del momento, según
el director de las excavaciones, el profesor Mike Parker Pearson, de la Universidad
College de Londres. Tras una investigación de diez años, y del análisis de
más de 50.000 fragmentos de huesos humanos enterrados en uno de los “agujeros de Aubrey”, que corresponden
a 63 individuos, los investigadores aseguran haber descubierto que en 3000 a.C. (hace 5.000 años) se
transportaban hasta Stonehenge los restos de los fallecidos de las clases
privilegiadas. Los análisis han revelado además que los cuerpos eran de hombres y mujeres casi en igual
proporción, y que también había niños,
entre ellos un bebé recién nacido. La cabeza de una maza, un objeto de alto estatus comparable al de un cetro,
y un tazón pequeño quemado por un lado, sugieren que los enterramientos podrían
haber sido de los líderes religiosos y políticos de las tribus, y sus
familiares directos. El monumento cuenta con áreas para preparar el cuerpo de los difuntos (algunos desmembramientos).
2013. Centro para la curación. En los proyectos de
excavaciones de enterramientos, se han descubierto también áreas que parecen
ser exclusivas para atender a los
enfermos, algo que se reafirma con el hallazgo de enterramientos humanos
con enfermedades y deformidades, y
que en muchos casos habían llegado de lugares bastante alejados, según el
análisis de sus dentaduras. Si a esto le sumamos que el lugar de donde eran
extraídos los bloques de arenisca (Presely, Gales, a 170 km), contiene
numerosos manantiales sagrados con cualidades terapéuticas que
probablemente se conocían en el pasado, podría decirse que tal vez fueron
especialmente elegido por ésas. Tradicionalmente, entre los poderes curativos
del lugar se cuenta el de hacer fértil a cualquier pareja que durmiera en sus
terrenos.
2013. Habitantes anteriores a Stonehenge. 7500 a.C. Nuevas investigaciones
realizadas por aficionados, aunque usando metodología científica y dirigidos
por el arqueólogo David Jacques, de
la Universidad Abierta, adelantan la
ocupación del monumento en nada menos que 4.500 años, o sea, que el sitio,
habría sido ocupado desde el 7500 a.C.
La excavación, financiada por pensionistas aficionados a la arqueología, y
localizada a 1,5 km del monumento, en el llamado Campo Vespasiano, revela que el área (que más tarde rodeaba a
Stonehenge) fue un asentamiento 4.000 años antes de la construcción del monumento megalítico, e incluso 500 años antes de
éste ser un cementerio. Jacques
observó que el lugar no había sido tan ajardinado antes del siglo XVIII y
decidió investigar. Qué había habido antes. Todo el paisaje estaba lleno de
monumentos prehistóricos y le pareció extraordinaria la forma en que el lugar
había estado oculto a la arqueología durante tanto tiempo. El sitio contiene un
manantial natural, constituyendo la fuente de agua potable más cercana a
Stonehenge. Esta presencia, les llevó a excavar en esa zona, que en los últimos
siete años, ha proporcionado indicios por dataciones radiocarbónicas, de
ocupación humana desde el 7500 al 4700
a.C.
2014. La forma de Stonehenge. Uno de los enigmas de
Stonehenge sigue siendo si realmente el monumento fue circular, ya que su forma fue reconstruida a partir de
bloques que estaban derribados, suponiendo que en el pasado estaban erigidos de
esta forma. Un obrero, Tim Daw,
voluntario de la organización English
Heritage (Patrimonio Inglés) que regaba los alrededores del monumento como
cada año, para que la hierba se mantenga fresca y verde, notó unas marcas en el
césped como las que dejan los objetos pesados después de permanecer sobre ella
largo rato. El voluntario llamó a los arqueólogos, quienes afirman que podría
tratarse de marcas dejadas por los bloques de piedra faltantes en el monumento,
lo cual, podría revelar algo más sobre su forma original.
Maryhill, Washington, Estados Unidos. Se levantó hace tiempo
una réplica a escala natural de
Stonehenge que “completa” las partes
desaparecidas siguiendo los datos proporcionados por historiadores y
arqueólogos, y Fazenda (para sus estudios de arqueoacústica) aprovechó su
existencia para poner a prueba sus suposiciones, con éxito. Acústica de Stonehenge. Este monumento
ha servido para realizar interesantes estudios de arqueoacústica, que
demostraron la importante acústica conseguida por la forma y disposición de los
megalitos, seguramente usada para las ceremonias que se celebraban durante los
solsticios en épocas posteriores. Algunos investigadores proponen que
Stonehenge fue cuidadosamente construido para producir efectos sonoros singulares que favorecieran los trances de tipo chamánico y la experiencia religiosa. Entre los
defensores de esta propuesta, que no invalida las otras, se encuentran
representantes de la arqueoacústica como Steven
Waller y Bruno Fazenda. Este
último y sus colegas de las universidades
de Bristol y Huddersfield, para probar su hipótesis cuentan con avanzados
programas informáticos que recrean los efectos sonoros provocados por ecos,
cantos e instrumentos de percusión en distintos lugares, y eso es precisamente
lo que se propusieron hacer en el caso del célebre círculo megalítico. Pero
había un problema: como sabemos, el conjunto megalítico está semidestruido, y lo que se ve en pie,
es básicamente restaurado, por lo
que los posibles efectos acústicos del pasado, no podían reproducirse en el
presente. Por ello, para Fazenda fue una útil herramienta la réplica de
Maryhill, en Washington, Estados Unidos. Restauraciones
actuales. Stonehenge está pasando por el mayor lavado de cara de su
reciente historia, con una inversión de 33 millones de euros y la construcción
de un nuevo centro para visitantes que pretende disminuir la presión humana
sobre el frágil monumento. El plan, incluye el cierre al tráfico de la
carretera A344 que permitía hasta ahora que los coches circularan a menos de
medio kilómetro de los megalitos. Wiltshire
Museum. Museo donde se exhiben numerosas piezas de bronce y oro de la Edad
del Bronce, procedentes de enterramientos, utilizadas por druidas y
sacerdotes en Stonehenge, que reutilizaron el monumento, muy anterior a ellos.
Algunas piezas son idénticas a las reproducidas en algunas de las piedras del
monumento. En el museo también se hallan reproducidos algunos de los enclaves
donde estas hermosas piezas fueron localizadas, como el llamado entierro de
Bush Barrow, de un cacique de la Edad del Bronce, en todo su esplendor.
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